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‘Glamping’: lujo en medio de la naturaleza

El dilema para algunos viajeros que quieren turismo de aventura radica en cómo vivir esa experiencia con las comodidades de un hotel tradicional. El ‘glamping’ reúne los dos conceptos: ‘glamour’ y ‘camping’, y es una opción ideal este fin de año, pues las personas buscan estar en espacios abiertos y apartados para protegerse del Covid-19. Aquí, algunas sugerencias.

Durante años, muchos amantes de la naturaleza y de las experiencias al aire libre lo pensaban dos veces antes de comprar una carpa, utensilios de supervivencia, provisiones y subirse en su carro en busca de un espacio seguro y bello para acampar. La razón: no todos tienen la destreza ni la paciencia de enfrentarse a contratiempos de clima o imprevistos al salir de viaje. Por el contrario, esos ‘aventureros frustrados’ soñaban con tener lo mejor de los dos mundos: la cercanía con la vida natural, pero sin sacrificar la comodidad de una cama amplia, ni la posibilidad de disfrutar de un café gourmet, caliente, a primera hora de la mañana, servido a la mesa.

Afortunadamente, hace cuatro años, los operadores turísticos tuvieron la idea de retomar ese antiguo concepto de viaje que la nobleza británica ponía en práctica a finales del siglo XIX. Se trataba de que, al visitar sus colonias en África o India, llevaban grandes tiendas de campaña para establecerse por largas temporadas en sus territorios, pero cargando con sirvientes y con las posesiones que tenían en sus palacios. Así nació el glamping y ha sido todo un éxito. “Son alojamientos enfocados en el disfrute de la naturaleza, a donde la gente va a descansar, a reconectarse con los ambientes naturales, pero con todas las comodidades de un hotel de lujo”, cuenta Susana Restrepo, propietaria de Lumbre Glamorous Camping, un ecoglamping ubicado en medio del Valle de Cocora, cerca de Salento, en el Quindío.

La creatividad e innovación son dos de los factores que se han impuesto en la implementación de este concepto turístico, puesto que hoy es posible encontrar domos sobre un árbol, tipis estilo indígena en medio de la selva, carpas estilo iglú frente a una laguna o cabañas de material orgánico tipo lodge en la cima de una montaña. Hasta allá han llegado las camas king size con todo y sábanas de seda, las duchas de agua caliente, la electricidad y en algunos hasta la señal wifi. Pero vale la pena, porque los viajeros pagan por una experiencia que de otra forma quizá nunca vivirían. Además, el concepto es amigable con el medio ambiente y, como asegura Restrepo, “se promueve el tema de la ruralidad, porque hay empleo para las personas de las diferentes regiones. Son gente que antes trabajaba en el campo y que hoy, de la mano de los empresarios del glamping, se ha formado en el negocio del turismo”.

1. Nativo, cerca de Barichara, en Santander

Ubicado en el área rural de una hectárea, cerca de uno de los pueblos más tradicionales de Colombia. Ideal para parejas y familias de hasta seis personas. Hay tres carpas convencionales y otras nativas, es decir, una fusión entre carpa y cabaña con techo de madera y paja. Tienen cama king size con colchón hotelero, servicio a la habitación, restaurante y amplios baños independientes. Parqueadero gratis y wifi. Precios desde 350 mil pesos por noche con desayuno incluido, seguro hotelero y la experiencia de sembrar un árbol. Cuenta con vigilancia las 24 horas.

“Hay varias estaciones para el lavado de manos y en las zonas húmedas; debido a la pandemia, solo una familia a la vez puede usar el jacuzzi, programando turnos con anticipación, ya que entre uno y otro hacemos limpieza total del área. En el restaurante, a cada grupo familiar se le asigna una sola mesa durante su estadía y está a más de dos metros de distancia de la de su vecino. Tenemos alianzas con operadores turísticos de la región para ofrecer caminatas, deportes extremos, talleres de cerámica, astronomía y panadería, así como visitas guiadas a Barichara”, comenta Milena López, propietaria.

2. Neusa Hills, Reserva Forestal Embalse del Neusa

Es un concepto de hotel ecosostenible a una hora de Bogotá. El hospedaje cuenta con cabañas en madera, elevadas, con balcón y malla de catamarán desde donde se aprecia la reserva natural y la laguna. Adentro, el espacio rústico se mezcla con la comodidad, representada en la ducha de agua caliente, jacuzzi tradicional con baño de espuma y ventanales con vista al campo, amplias camas y un ambiente que invita a la intimidad. Al llegar, los huéspedes reciben in kit de bienvenida con té de aromas, agua, frutos secos y botella de vino. Más adelante, el entorno da para planear paseos en bicicleta por los alrededores y, en la noche, unirse a la chimenea social que, por encontrarse en un amplio espacio abierto, posibilita mantener el distanciamiento y cumplir con todas las medidas de prevención sanitaria sin dejar de disfrutar las bondades del campo. Las madrugadas suelen ser inspiradoras para la práctica de yoga, caminatas o trotes por la zona, antes de sentarse en la terraza a compartir un desayuno natural. Como particularidad, Neusa Hills cuenta con un ‘centro de operaciones’ que hace las veces de lobby, donde los huéspedes interactúan en partidas de ping-pong, billar o hockey de mesa, con todo y tapabocas. El precio por cabaña varía entre $290 mil y $450 mil cada noche, teniendo en cuenta la temporada y el día de la semana.

3. Lumbre Glamorous Camping, Valle de Cocora, Salento, Quindío

En medio de las palmas de cera y del bosque endémico donde están ubicadas, este hotel es el único glamping de la zona. Son solo nueve habitaciones, 5 estándar en carpas de alto nivel y resistencia, y 4 suites diseñadas como un híbrido entre cabaña y carpa con cúpula de vidrio, desde donde se aprecia el cielo en todo su esplendor. Pueden alojarse parejas y también familias de cuatro integrantes máximo, con una ocupabilidad total de solo 25 personas. Todo en este sitio es exclusivo: desde los baños tipo suite, pasando por la estación de bebidas calientes en cada tienda, hasta el restaurante con menú a la carta solo para huéspedes. “La mayoría de lo que se cocina proviene de la huerta orgánica, así como de mercados campesinos de los alrededores. En Lumbre tenemos un bosque nativo protegido de 20 hectáreas, con sendero ecológico privado que conduce a dos cascadas, una de 45 m de altura y la otra de 15 m, donde los viajeros pueden bañarse. Durante el recorrido por el bosque, se brinda información sobre las especies y árboles que hay en el camino, y sembramos la tradicional palma de cera, nuestro árbol nacional; ya llevamos 730”, explica una de las fundadoras del sitio, Susana Restrepo.

Y en cuanto a los cuidados frente a la pandemia, entre una habitación y otra hay 15 m de distancia, el check-in es digital, así como la carta de alimentos y la reserva del desayuno. Es más, si las familias lo prefieren, tienen áreas totalmente privadas en el restaurante para mantener el aislamiento. Los valores por noche inician en $380 mil y van hasta $620 mil, dependiendo del número de personas y de la suite que elijan.

4. Bajo el Cielo Hotel Glamping, vereda Montecillo, Guatavita

Ideal para retirarse de Bogotá y recargar el espíritu de nuevas energías, motivados por los paisajes de Cundinamarca. Los alojamientos de este sitio, ubicado a 3.200 m de altura, están pensados para la contemplación del embalse de Tominé y sus alrededores rurales. Los precios cada noche van desde 230 mil pesos por pareja en un ecotent o tienda triangular, hasta geodomos estilo suite equipados con todas las comodidades y con una amplia panorámica de las estrellas desde la cama. En las mañanas, si lo prefieren, está la opción de tomar el desayuno en la terraza mientras se disfruta del verde propio de la región. Por valores extra, es posible explorar el sector en caminatas por los alrededores de las lagunas de Guatavita y Siecha, así como realizar paseos en parapente y en bote de vela por la represa. Espacio pet friendly.

5. Madreagua, en Nuquí, Arusí, Chocó

Diseñado cuidadosamente con materiales locales que han usado los nativos de la zona generación tras generación, este particular sitio es para los más aventureros. Se llega desde Medellín en avión hasta Nuquí y luego por 45 minutos en lancha hasta Arusí. Entre otros espacios, cuenta con dos tambos para tres personas, tres cabañas para parejas, un restaurante, dos baños compartidos y panorámica de la playa. El precio del hospedaje (de $227 mil a $395 mil) incluye desayuno, almuerzo y cena. Mauricio Giraldo, su fundador, expresa: “Nuestras recetas son en su mayoría de la gastronomía chocoana, preparadas por cocineras nativas con pescado fresco e ingredientes de la región. Tratamos de preservar recetas tradicionales para que vivas una experiencia completa, incluso, en ocasiones, les damos toques contemporáneos. Si tienes algún requerimiento especial en la alimentación debes hacérnoslo saber en el momento de la reserva, dado que los productos que no son de la zona vienen por barco desde Buenaventura, o en avión desde Medellín”.

Además de disfrutar el mar Pacífico a un paso de las cabañas, pueden tomarse clases de tejido de mochilas, telares o cestería con las mujeres del sector; de pesca artesanal con un nativo; o de buceo. También es posible hacer trekking, ir a los termales, bañarse en el río, contratar masajes en el pequeño spa en medio de la selva o, en temporada, adentrarse en el océano para el avistamiento de ballenas.

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