Skip to content

¿Dónde está la felicidad?

¿Dónde está la felicidad?

En la carrera que disputamos a diario por vivir intensamente, nos preguntamos cómo atrapar la felicidad, que es tan esquiva. ¿Obteniendo el éxito profesional y el dinero? ¿Encontrando el amor? ¿Haciendo los sueños realidad? Las respuestas están, quizás, en el lugar menos pensado.

La felicidad y su búsqueda permanente son uno de los constantes intereses del ser humano sin importar el país donde vive ni la condición en la que se encuentra. Todos queremos ser felices y más en estos tiempos, cuando la pandemia por el Covid-19 nos enfrentó a grandes retos en temas de salud, relaciones interpersonales, pérdidas de seres queridos, crisis económica, y dejó en evidencia el problema de salud mental que padece la humanidad.

Hablar de este tema se activa más cuando se conocen los resultados del Reporte Mundial de la Felicidad (The World Happiness Report), dado a conocer por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2012 y que se basa en la encuesta mundial que cada año lleva a cabo la firma Gallup en 149 países. Para 2021, como suele hacerse, se midieron los niveles globales de lo que los investigadores consideran felicidad, así como la calidad de vida de las personas a quienes se les consultó. Finlandia, por cuarto año consecutivo, encabezó la lista del lugar donde la gente es más feliz, conforme con los estándares que maneja la empresa, seguido en esos primeros puestos por otros países similares en desarrollo como Dinamarca, Suiza, Islandia, Holanda, Noruega y Suecia. Llama la atención que, incluso con el fuerte impacto que ha tenido la pandemia en el mundo, estos territorios sigan liderando el listado desde hace varios años. El primer latinoamericano en el rankingfue Costa Rica, en el escalafón 16, y Colombia ocupó el 56.

A simple vista se pensaría que es lógico encontrar el bienestar en territorios donde la gente confía en las instituciones y la mayoría de habitantes tienen resueltas sus necesidades básicas como salud, educación, empleo y calidad de vida. En consecuencia, en esas regiones sería más fácil ser felices y solo habría que radicarse allí o tratar de replicar en nuestros países latinoamericanos el modelo económico que ellos siguen.

Sin embargo, al consultar a Andrés Ramírez, profesor de la cátedra de Felicidad en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA) y en la Universidad Sergio Arboleda, sugiere que es importante diferenciar entre bienestar y felicidad, puesto que no siempre en entornos seguros las personas son más felices. “De hecho, en países con mucho bienestar como Finlandia se presentaron más muertes por suicidio que por Covid19. Ellostienen una tasa de suicidios de 16 por cada 100 mil habitantes y en Colombia, por ejemplo,se dan cerca de cinco suicidios por cada 100 mil personas”.

 

¿Dónde está la felicidad?

El que la busca, la encuentra

De acuerdo con algunas investigaciones científicas, la felicidad puede experimentarse cuando el cerebro produce dopamina y serotonina, porque al aumentar los niveles de estasdos hormonas en los circuitos neuronales sentimos placer, relajación, satisfacción y hasta suben la concentración y la autoestima. Para otros, ser felices se logra alcanzando la cima profesional, consiguiendo ‘la media naranja’ o ‘el príncipe azul’, realizándose como madreso padres, recorriendo el mundo, ayudando a quienes lo necesitan y hasta comprando la joya o el carro de moda. Y así sucesivamente, cada área o grupo social en el que nos movemos establece tácitamente, de alguna manera, las pautas que se deben buscar para ser felices.

Pero hay otros que han decidido escudriñar en el sentido más básico de la naturaleza humana, y su experiencia les indica que tal vez no se requiera acumular nada en el exterior,sino escarbar en el interior. “La puerta de la felicidad abre hacia adentro. Y muy seguramente todos coincidimos en querer ser felices, pero diferimos en cómo creemos que podemos lograrlo. Quisiera enmarcar la felicidad en la calidad de las relaciones que construimos a lo largo de nuestra vida: con nosotros, con los otros y con nuestro entorno. Las cuatro relaciones que mayor felicidad o infelicidad generan (una vez la relación con nosotros mismos es sana) son las de padres e hijos, las de pareja, con hermanos, amigos y familiares cercanos, y las relaciones en el trabajo o en la academia”, explica Andrés Ramírez, quien, además de docente en el tema, es conferencista.

Y como este anhelado camino inicia de manera personal, el experto también comparte algunas prácticas sencillas, que dependen de cada uno y que suman en esa búsqueda común que nos proponemos los seres humanos:

. Cuide su sueño, practique la higiene del sueño; esto es, siga las recomendaciones para dormir de manera descansada y reparadora, al menos durante seis horas diarias. Esto le evitará trastornos como el insomnio y le permitirá estar alerta durante el día.

. Aliméntese bien, cuide qué come y las horas en que lo hace. Desayune bien todos los días y, en la noche, procure comer ligero porque para descansar no se necesita mayor energía.

. Haga ejercicio, al menos 20 minutos al día, estirar puede ser un buen comienzo para adquirir este hábito.

. Aprenda algo nuevo cada día. Por ejemplo, yo tengo la costumbre de leer, mínimo 20 minutos diarios sobre un tema que me interesa. Usted también puede descubrir su motivación para aprender.

. Practique el silencio porque si no es capaz de estar a solas con usted durante 10 minutos diariamente, ¿cómo espera que el mundo lo soporte todo el día?

La idea, según la experiencia de Ramírez en la cátedra que dicta desde 2013, es que no hay recetas sino que una vez se decide ser feliz hay que construir diariamente, con disciplina,constancia, y convirtiendo pequeñas acciones, como las mencionadas antes, en rutinas de vida.

¿Dónde está la felicidad?

En equipo también es posible

Si bien es cierto que la felicidad es una elección individual y que, por ejemplo, los gobiernos de los países no pueden controlar si sus ciudadanos son felices o no, sí es posible que, como Estados, las naciones construyan ambientes adecuados para que las personas puedan desarrollarse.

Hace unos años era impensable que los planes de gobierno contemplaran presupuestos o directrices encaminadas hacia la búsqueda de la felicidad; por el contrario, el eje central de los programas políticos siempre era el crecimiento monetario. No obstante, desde hace un par de años, lugares como Nueva Zelanda orientaron su plan de inversión hacia la Economía de Bienestar, basada en principios inamovibles como dignidad, calidad de vida para las personas, restauración y protección de la naturaleza, conexión con el bien común, justicia y participación. Esta tendencia es una realidad desde 2020 y se ha puesto en práctica durante el mandato de la primera ministra Jacinda Ardern, como se lee en un aparte del documento oficial del presupuesto que actualmente se ejecuta en ese país: “Las personas deben alcanzar una vida plena, con un propósito, con equilibrio y significado para ellos mismos”.

Este giro también incluye atacar de frente los problemas sociales que aún los aquejan y los convierten, por ejemplo, en el séptimo país con mayor cantidad de suicidios por 100 mil habitantes. Por eso, para conseguir cada vez estándares más altos de tranquilidad y trabajar con determinación en la búsqueda de la felicidad, se han propuesto como eje de acción y ejecución tomar en serio la salud mental, por encima de construir una nación productiva y transformar la economía.

En Colombia, donde los retos del desarrollo exigen mucho más esfuerzo, Andrés Ramírez opina que lo deseable sería tener cubiertos unos mínimos básicos como techo, comida, afecto y, al menos, algo de estabilidad mental para pensar en elegir ser felices. “Si carecemos de alguno de estos cuatro aspectos fundamentales, será muy desafiante llevaruna vida con verdadera felicidad. Aun así, hay personas que florecen en entornos retadoresdonde el bienestar no es el mejor. Por eso, debemos promover el concepto de felicidad adaptativa, es decir, tener la capacidad de florecer ahí donde estamos plantados, como los cactus en el desierto.

Y a propósito, es oportuno recordar que si bien muchas veces no es posible elegir las situaciones que vivimos ni las cosas que nos suceden, sí podemos escoger la actitud con la cual enfrentamos esos sucesos, en especial cuando son adversos. De nosotros depende que lo difícil sea llevadero o, en cambio, nos agobie y nos amargue la existencia. Para entenderlo mejor, cabe cerrar con el consejo de oro de Andrés Ramírez: “Mientras no asumamos las responsabilidades y cambiemos lo que debemos cambiar, nada va a cambiar. Ojalá, en lo posible, alejemos los tres hábitos mortales: la crítica, la queja y la culpa”. 

 

Comparte este artículo

Te puede interesar

Suscríbete a la Revista Coomtacto