El empleo eficiente de los insumos se convierte en una prioridad en el sistema de salud. Evitar el desperdicio y el desabastecimiento contribuye a la sostenibilidad económica de las instituciones de salud y garantiza una atención de calidad para los pacientes. Los expertos indican cómo lograrlo.
El problema de abastecimiento de insumos médicos no solo afecta a los actores del sistema de salud, también depende de todos ellos. La prevención va de la mano con la obtención y transparencia de datos, y la eficiencia solo se consigue cuando se trabaja en estrategias de calidad y acreditación. Las agremiaciones son el mejor vehículo para la transformación del sistema, pero hace falta más participación y unificación de la información. “Una Institución Prestadora de Salud (IPS) que trabaje en calidad, sea pública o privada, garantiza una mejor atención al usuario, que es lo primordial a costos moderados”, asegura Andrés Camilo Perea Fernández, abogado de la Fundación Cardiovascular de Colombia y consultor en asuntos del sistema de salud.
Ahora bien, hablar de insumos médicos es hacer referencia a sustancias, objetos, materiales y recursos desechables, empleados solos o en combinación, que ayudan en el diagnóstico, tratamiento, la rehabilitación y prevención de enfermedades en las personas; un tema que ha tenido particular discusión en la actual reforma a la salud. Específicamente, en los artículos que mencionan la política de medicamentos (96 y 98).
El artículo 96 trata de la política de medicamentos, dispositivos médicos, insumos y tecnologías en salud. En este se dice que “el Gobierno Nacional formulará cada cuatro años, con seguimiento anual, la política farmacéutica nacional, dispositivos médicos, insumos y tecnología en salud con la participación del Instituto Nacional de Salud (INS), el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA), el Instituto Nacional de Cancerología (INC) y el Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud (IETS)”.
Y se agrega que algunos de los criterios de esta política serán “la compra conjunta de medicamentos esenciales, el respaldo a la producción nacional de moléculas no protegidaspor patente, la regulación de precios de medicamentos y tecnologías, la evaluación y regulación del uso de tecnologías e insumos y los mecanismos que favorezcan la competencia”.
Bajo esta propuesta resulta básico entender el problema de fondo que representa el desperdicio y el desabastecimiento de los insumos médicos. El primero, en gran medida, tiene relación con el vencimiento de los medicamentos por su poca rotación en el uso. Igualmente, se puede presentar por la ineficiencia por parte del personal al no contar con entrenamientos constantes o la alta rotación en las IPS; así mismo, la calidad de algunos productos puede influir, cuando se buscan proveedores muy económicos para abaratar costos, estos tienen una incidencia directa en la calidad del insumo.
“Es decir, el desperdicio realmente es prevenible y, para ello, es fundamental cambiar el chip en la administración de las IPS para que propendan por el mejoramiento de los procesos, pensar en aumentar la calidad en la operación diaria y el uso de estadísticas propias”, puntualiza el doctor Perea.
Si bien pueden existir muchos modelos, hay uno muy llamativo aplicado por el Centro Médico Virginia Mason, ubicado en Seattle (Estados Unidos). Este modelo clasifica el desperdicio en siete áreas críticas: (i) desperdicio en la sobreproducción; (ii) desperdicio asociado a la pérdida de tiempo; (iii) desperdicio en el transporte; (iv) desperdicio en los procesos; (v) desperdicio del inventario disponible; (vi) desperdicio asociado al movimiento; y (vii) desperdicio al fabricar productos o prestar servicios defectuosos[1]. Como resultado de esta puesta en marcha se disminuyeron costos en insumos, pero además se presentó un impacto directo en la atención del paciente, que fue más eficaz.
Ahora bien, el desabastecimiento tiene otros factores más complejos, lo primero es indicar que este se presenta cuando (i) no hay insumos a nivel nacional, (ii) la demanda es mayor a la oferta, (iii) hay escasez de principios activos para su elaboración, (iv) se presentan problemas de logística en la distribución de los insumos médicos; entre otros. Estas situaciones pueden generarse en el ámbito nacional o internacional, lo que agudiza la dificultad de hallar soluciones en un corto plazo por ser tan poco previsibles.
“Aun así, un apoyo relevante de esta gestión resulta en el desarrollo de políticas públicas que promuevan el estudio, la fabricación y administración de insumos médicos nacionales, hay que incentivar la producción de esta industria en el territorio con altos estándares de calidad”, plantea el abogado.
El profesional agrega que “la prevención solo es una opción en el marco del libre mercado, cuando se cuenta con la suficiencia técnica y económica para realizar negociaciones valiosas con laboratorios y distribuidores médicos, ello hace que una opción viable sea el acercamiento de los gremios y del Estado con estas empresas con el objetivo de encontrar compromisos respecto del precio y las frecuencias de distribución, garantizando así el flujo requerido de insumos en los momentos en los que la demanda crezca”.
Regulación existente
El Ministerio de Salud y de la Protección Social es el encargado de generar, evaluar y modificar las diversas políticas públicas en torno a los insumos médicos, función que ejerce, generalmente, mediante su entidad adscrita, el INVIMA, que ha generado decenas de resoluciones, circulares y comunicados, que pretenden regular este asunto, aunado a que muchas de ellas no son generales, sino específicas a medicamentos, enfermedades u otros.
Para asegurar el uso eficaz de estos recursos y que haya una verdadera economía y mejor atención a los pacientes, es imprescindible que en el marco de la reforma a la salud se fije la mirada a los insumos y tecnologías en salud. En la práctica, según el doctor Perea Fernández, existen dos elementos primordiales que influyen ante esta situación:
La compra: para efectos de lograr una economía en los insumos médicos necesariamente existe una correlación entre el precio en que los adquiero y el tiempo en que puedo hacer uso de ellos. Por ello, debe considerarse que el Estado coadyuve en esta gestión.
“No es lo mismo que una IPS de baja complejidad compre insumos a una de alta complejidad, la cantidad de usuarios que se puedan atender en un plazo específico son un determinante en su capacidad de compra también; por ello, una idea útil sería que el Estado colombiano —con base en las estadísticas que cada IPS— le reporte los insumos médicos usados en un periodo de tres o seis meses por ejemplo, sea el que realice la compra a gran escala y luego revenda estos directamente a las clínicas y hospitales mediante una plataforma como podría ser Colombia Compra Eficiente”, asegura el abogado.
Y, como ejemplo, explica: “La capacidad de negociación que tendría el Estado con los laboratorios es mayor a cualquier IPS independiente; no sería lo mismo comprar miles que millones de blíster, allí se obtendría un gran descuento de los productos, que se trasladaría en beneficio a las clínicas y hospitales, incluso, podría ofrecerse a estos, los insumos 1 o 2 puntos por encima del valor adquirido para que el Estado obtenga una ganancia que coadyuve en la administración y manutención de la entidad que se encargue de estas compras. Existiría una libre competencia y oportunidad entre todos los actores del sistema a nivel nacional al poder obtener siempre en tiempos los insumos al mismo precio”.
El uso eficiente: la dificultad de este ítem se presenta cuando tenemos que racionalizar y medir la eficiencia con la economía, lo que en particular se considera un error. “Colombia ostenta uno de los mejores sistemas de salud, pese a todos los problemas de fondo que podamos debatir, ello ha insertado un principio rector que es la atención a toda costa o costo. Pero otra cosa es el desperdicio, lo que claramente no es solo prevenible, sino que, a su vez, puede mejorar con facilidad, solo se requiere el compromiso de generar atención con calidad, el monitoreo de los insumos, la logística interna de la IPS y el constante entrenamiento del personal; en la actualidad, es imposible hablar de mejoras en salud sin pensar en tecnología e inteligencia artificial”, asegura el especialista.
Recomendaciones generales
Es importante que instituciones de salud, gerentes, administrativos y médicos, sepan que en Colombia existen poco más de 55 IPS, entre públicas y privadas, acreditadas en calidad de servicios de salud de las más de 10.000 que se encuentran registradas. Este es un factor vital para el mejoramiento de la atención en salud porque implica el esfuerzo de las entidades en avanzar en estrategias de capacitación al personal, rutas y procesos eficientes de gestión de los recursos tanto para el personal asistencial como administrativo. De esta forma, se mejoraría el uso racional de los insumos al tener personal capacitado.
“En necesario que los actores del sistema sean acuciosos con el registro de datos para obtener estadísticas certeras, que evidencien el uso de los insumos, su frecuencia y cantidad en razón a variables culturales y sociales. Un ejemplo de ello es observar cómo enfermedades leves y contagiosas se acrecientan, luego de periodos de vacaciones escolares es usual que en enero, febrero, julio y agosto aumente la gripa y, con ello, las visitas al médico, o el incremento de riñas callejeras y violencia intrafamiliar en el día festivo de la madre, que implica mayor atención por urgencias. Ello daría una luz de cuántos insumos se deben tener en abastecimiento para estas fechas por su uso y cómo disminuir el número de compras en periodos donde ciertas atenciones no sean tan regulares”, concluye el abogado consultado.
[1] Bush R. W. (2007). Reducción del desperdicio en los sistemas de atención de EE. U.U. JAMA, 297(8), 871–874. https://doi.org/10.1001/jama.297.8.871