La corriente de humanización que se vive en las UCI de todo el mundo no es algo casual, sino una necesidad. La triada médico-paciente-familia recobra su papel, fundamental en la recuperación. Esto dice un estudio español.
La evolución y la modernización de las unidades de cuidado intensivo implica combinar los avances técnicos y científicos con una atención centrada en las personas (pacientes, familias y profesionales).
Una atención que, para ser completa y de calidad, debe ser multidisciplinar, incluyendo intensivistas, enfermeras y auxiliares, y con la posibilidad de abrir las puertas a otras disciplinas, cuya presencia hasta el momento es casi anecdótica, como fisioterapeutas, psicólogos o terapeutas ocupacionales.
Un trabajo en equipo que se complementa con familias activas y participantes en el proceso de recuperación del paciente y que también requiere el apoyo del personal médico. Así lo afirma el estudio de médicos españoles: ‘Humanizar los cuidados reduce la mortalidad en el enfermo crítico’.
Lo que dice el estudio
El reto de transformar las Unidades de Cuidados Intensivos, conciliando la tecnificación de estos espacios con la amabilidad, ha permitido al Proyecto HU-CI, en España, humanizar los cuidados para reducir la mortalidad en el enfermo crítico.
La iniciativa ha creado ocho líneas de trabajo e investigación y 159 buenas prácticas en humanización, con las cuales numerosas unidades en todo el mundo están logrando en ser más cercanas a sus pacientes y familias, permitiendo que las personas recuperen el protagonismo sin dejar que se beneficien de la más alta calidad científico-técnica.
En simultánea, la investigación destaca la tendencia que ha surgido en los últimos años, que enfoca la atención en la medicina intensiva en el denominado Síndrome Poscuidados Intensivos (PICS, por sus siglas en inglés).
“El aumento de la supervivencia en las UCI ha sido considerable en los últimos años, pero muchos de los pacientes graves que sobreviven y son dados de alta de las UCI lo hacen con importantes secuelas físicas, psicológicas y cognitivas, que hacen imposible la incorporación a su vida previa durante un largo periodo de tiempo y, a veces, de por vida. No solo son los pacientes los que pueden quedar con secuelas, también los familiares pueden sufrir un cuadro complejo y característico, el PICS-familiar”, asegura la investigación.
Por ello, recopila la experiencia de múltiples organizaciones multidisciplinares, principalmente en el mundo anglosajón, que llevan tiempo trabajando tanto en la prevención de estos síndromes, como en su diagnóstico, tratamiento y seguimiento.
Estrategias innovadora en UCI
Unas de estas iniciativas son los programas colaborativos ICU Liberation y Thrive, ambos vinculados a la Society of Critical Care Medicine (SCCM) que actúan sinérgicamente al presentar estrategias innovadoras que ponen en práctica la evidencia publicada con respecto a cómo se pueden reestructurar los cuidados de las UCI y post-UCI, respectivamente, para ayudar a mitigar el PICS.
En el caso de la ICU Liberation, se ha implementado en 76 UCI de Norteamérica y su objetivo es liberar a los pacientes ingresados en las UCI de los efectos dañinos que suponen el dolor, la agitación, el delirium, la sedación, la inmovilidad y la interrupción del sueño, y mejorar su evolución durante su estancia y disminuir el riesgo de las secuelas a largo plazo.
Describe el estudio que esto se consigue poniendo en práctica las guías de manejo del dolor, agitación y delirium, usando el ABCDEF Bundle («A» Assessment, prevention, management of pain; «B» Both spontaneous awakening trials and spontaneous breathing trials; «C» Choice of sedation and analgesia; «D» Delirium assessment, prevention, and management; «E» Early mobility and Exercise; «F» Family engagement and empowerment).
El paquete ABCDEF tiene sus raíces en otro paquete previo, el ABCDE Bundle (Awakening and Breathing Coordination of daily sedation and ventilator removal trials; Choice of sedative or analgesic exposure; Delirium monitoring and management; and Early mobility and Exercise), que perseguía liberar de modo temprano a los pacientes de la ventilación mecánica y evitar secuelas derivadas de la sedación prolongada, el delirium y la inmovilidad. Estos paquetes no tienen un constructo fijo, sino evolutivo y dinámico, sobre el que se pueden añadir nuevas ideas.
Recientemente, otra investigación, publicada en el portal Critical Care Medicine, divulgó un estudio en el que se demuestra el beneficio de aplicar las medidas del paquete ABCDEF. El estudio, llevado a cabo en más de 15.000 pacientes, muestra que la aplicación del 100% de las medidas del paquete condujo a una mejora significativa en todos los resultados (salvo en el dolor) y determinó que aun con la aplicación parcial del paquete se tiene un efecto positivo en la evolución de los diferentes ítems medidos.
Los resultados del estudio Español
Y surge la pregunta: ¿si esto se consigue con seis medidas, ¿qué no se conseguirá con la aplicación de 159 que determina la investigación española?
Por eso, este estudio corrobora que las medidas de humanización mejoran la evolución de los pacientes en la UCI y tras el alta de ella. “Medidas que llevan intrínsecamente un beneficio para el paciente y el ser humano en general”, reza el estudio, el cual concluye que: “Ya no hay marcha atrás, no hay opción. La UCI del presente y del futuro, la UCI moderna y futurista, la que todos deseamos, se escribe con ‘H’.
Preguntas a los médicos
Finalmente, invita a que los profesionales de la salud se cuestionen sobre las siguientes preguntas:
Si las medidas de humanización no disminuyesen la mortalidad, la estancia media o el tiempo de ventilación mecánica, ¿no las utilizaríamos a pesar del beneficio neto que producen en el bienestar de pacientes y familias, en la satisfacción, en la disminución de secuelas psicológicas o cognitivas o físicas?
¿Seríamos capaces de retirarlas? ¿Impediríamos la presencia de las familias en la UCI? ¿Abortaríamos una movilización y una fisioterapia física y cognitiva precoces? ¿Evitaríamos aportar atención psicológica y espiritual a pacientes y familiares? ¿Ignoraríamos los beneficios de respetar y promover el descanso nocturno?
¿No mejoraríamos nuestros espacios dotándolos de comodidad, intimidad, luz natural o tranquilidad y silencio? ¿No buscaríamos promover por encima de todo el respeto y la dignidad del ser humano sufriente y dependiente? ¿Nos desentenderíamos del dolor y el sufrimiento? ¿Renunciaríamos a unos cuidados paliativos de calidad en la UCI? ¿Desatenderíamos el proceso de morir? ¿Seríamos capaces de no perfeccionar las mejores herramientas que un profesional sanitario tiene a su alcance: la comunicación, la escucha, la empatía, ¿la compasión?
La respuesta que tal vez darían todos los expertos en enfermedad crítica (pacientes, familiares y profesionales) sería «no».
COLOMBIA Y LOS RETOS EN UCI
Al respecto de esta investigación la doctora Marcela Poveda Henao, médica intensivista de la Clínica Shaio, quien afirma que la reciente experiencia que enfrentó a los médicos colombianos y de todo el mundo al manejo en UCI del Covid-19, permitió repensar el papel que cumplen estos espacios en la medicina actual y la necesidad de recuperar el entorno humanizado que ya venía caracterizándolos.
A manera de contexto, se sabe que las UCI son lugares donde se genera mucha aprensión por la situación de los pacientes, por el miedo al riesgo de una muerte y la condición del paciente, por eso es primordial que el personal de salud sea aliado de las familias.
“Muchos de estos pacientes están sedados, ventilados y nuestro objetivo es que las familias entiendan cuál es el cuidado intensivo y la única forma es permitirles estar más tiempo con sus familiares”, explica la médica intensivista.
Asegura que la intervención de los familiares para que puedan ser partícipes en el manejo y trato, puede ser un cambio esencial para la mejoría o, incluso, para que puedan apoyar en el fin de vida del paciente.
Dentro de ese acompañamiento es primordial que a la familia se le permita ser parte de la extensión de las visitas, presenciar y preguntar en las rondas explicativas del estado de su familiar, participar activamente en las atenciones que se le realicen y hacer un manejo diligente en los procesos de rehabilitación.
“Desafortunadamente en pandemia una de las cosas que perdimos fue todo el avance que habíamos hecho en la unión con los familiares por las recomendaciones epidemiológicas, esto generó muchas brechas desde el punto de vista de atención médico-paciente-familia”, describe la doctora Poveda.
Sugiere que se hace necesario recuperar esos espacios perdidos de acompañamiento, explicaciones personalizadas, apoyo emocional, relacionamiento paciente-familia y/o manejo del duelo.
“El cuidado intensivo actual no se debe limitar a un área específica, tiene que ser una unidad de puertas abiertas, que vaya más allá del proceso en Cuidados Intensivos, es hacer una atención de paciente y familia de manera humanizada que propenda por conocer cuáles son sus deseos, las decisiones anticipadas, miedos, basándose en principios éticos de autonomía y beneficio, y entendiendo que la UCI es un sitio donde llegamos a requerir recursos tecnológicos avanzados en donde tenemos que evaluar de individualmente qué es lo que requiere el paciente y que es lo que en realidad va a aportar un beneficio para su mejoría”, afirma.
Pero, sobre todo, la UCI debe ser un lugar abierto a las familias para que puedan ser partícipes de la atención y apoyen en la recuperación del paciente en acompañamiento de áreas como enfermería, terapia respiratoria y médicos tratantes para que los beneficios sean mayores y se produzcan mejores resultados.
Adicionalmente, se recomienda que las UCI sean manejadas y liderado por especialistas de Medicina y Cuidado Crítico. “Quienes estamos entrenados y tenemos las competencias para el manejo de un paciente en una condición crítica. Sin embargo, debemos apoyarnos en las diferentes especialidades quirúrgicas y médicas ‒psicología o fisioterapia‒, e incluso la ayuda espiritual, las cuales van a ayudarnos a resolver los diferentes problemas que pueda tener el paciente”, describe la doctora.
Y concluye: “La pandemia nos enseñó el valor de reconocer a la familia en la atención del paciente, y de allí la importancia de hacerlos partícipes en cada momento de todo el proceso de enfermedad, de atención, de recuperación o fin de vida. El llamado es a acercarnos más a la familia, a dejar de lado el computador y escucharlos, empatizar con los familiares de nuestros pacientes y entender cómo viven la enfermedad, recordándoles que estamos con ellos, más allá de manejar una patología específica; que confíen en nosotros”, concluye la especialista.