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Se calcula que el dolor lumbar afecta al 70-80% de la población mundial en algún momento de su vida. Vale la pena analizar las actividades diarias laborales y en casa, así como el peso, la actividad física y los hábitos.
Aunque mucho se habla de las causas del dolor lumbar, pocos lo previenen y omiten lo que la espalda intenta decir, hasta cuando no son capaces de soportarlo. Con base en datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 la lumbalgia afectó a 619 millones de personas en el mundo y se estima que para el 2050 aumente a 843 millones debido al crecimiento y envejecimiento de la población.
De hecho, la lumbalgia es la principal causa de incapacidad en el mundo. Por ello, la importancia de buscar atención médica ante señales como dolor al enderezarse, punzadas u hormigueo en las piernas o espasmos repentinos antes de que limiten la funcionalidad o la calidad de vida.
En el país, acorde con la labor que desarrolla la Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor (ACED), hoy en día, las mayores manifestaciones de dolor en la población son debidas a causas osteomusculares. Y su Encuesta Nacional de Dolor, hecha en el 2022, a 2.400 colombianos mayores de 18 años, en 57 municipios y 22 departamentos, concluyó que el de mayor prevalencia es el de rodilla, 25 %; seguido del dolor de espalda (lumbar), 18 %; hombro, 11% y columna cervical, 9 %.
Sin embargo, el dolor que causa más incapacidades es el lumbar que podría representar el 20% de ellas. El problema es que, al ser crónico, afecta la productividad y muchos afectados hasta dejan sus trabajos por esa causa. Se estima que entre el 5 y el 30% de los pacientes en Latinoamérica renuncian a sus empleos al ver limitadas sus capacidades.
Cabe aclarar que a cualquier edad se puede sufrir lumbalgia, aunque se presenta con mayor frecuencia entre los 50 y 55 años de edad, y afecta a más mujeres que hombres. Los episodios recurrentes son más comunes con el envejecimiento.
Diferentes tipos de dolor de espalda
Cuando es en la región lumbar o incluye una o ambas extremidades inferiores, se habla de síndrome lumbar y vertebral al dolor que se acompaña de contractura muscular paravertebral y afectación de la mayoría de los movimientos (flexoextensión, rotaciones). Se define como lumbociática o síndrome radicular, si se irradia a uno o dos miembros inferiores por el trayecto del nervio ciático, de acuerdo con la médica general Gabriela Gómez. También está el síndrome de la cauda equina en el que el paciente presenta además una alteración en el control de esfínteres.
“El dolor de espalda puede variar desde un dolor muscular hasta una sensación de ardor o punzante. Agacharse, girarse, levantar peso, estar de pie o caminar puede empeorarlo”, según la Clínica Mayo. Lo importante es consultar si dura más de una semana, no mejora con el descanso, se irradia, causa hormigueo o adormecimiento en las piernas o los pies, pues es necesario encontrar las causas.
Entre ellas se cuentan los movimientos bruscos o levantar objetos pesados, lo cual puede ocasionar distensión de los músculos y ligamentos, en especial en las personas sedentarias. En otros casos se debe a discopatías, artrosis, estenosis espinal, osteoporosis o espondilitis anquilosante, enfermedad inflamatoria que hace que los huesos de la columna se fusionen. Igualmente están los esguinces, las vértebras fracturadas, la escoliosis, condiciones como la fibromialgia, que produce dolor muscular generalizado y fatiga. En ciertos casos puede deberse a cálculos renales o infecciones, endometriosis, infecciones, tumores y embarazo. De ahí, la importancia de buscar atención especializada, pues el 90% de los casos de dolor de espalda se resuelven con tratamiento, comenta la doctora Gómez.
Pero, por otra parte, existen factores de riesgo como la edad, a partir de los 30 o 40 años, el sedentarismo que se traduce en músculos débiles, en especial, el abdomen; el exceso de peso, fumar porque reduce el flujo de sangre y así mismo el estrés, la depresión y la ansiedad que causan tensión.
Los tratamientos van desde terapia física para mejorar la fuerza muscular y el movimiento, así como atención psicológica para reducir tensiones y estrés. Se puede recurrir a medicamentos analgésicos para disminuir los síntomas, pero casi siempre se combinan todas las alternativas, dice Daniel Núñez, médico urgenciólogo e intensivista.
Si el especialista lo considera necesario recurrirá a pruebas como los rayos x, la resonancia magnética, mielografías y estudios electrodiagnósticos, con isótopos radiactivos, entre otros. La cirugía, en cambio exige prudencia en su indicación. Estudios la recomiendan en procesos que afectan a la médula espinal, como neoplasias o infecciones, o cuando hay inestabilidad vertebral, algunas hernias discales y neuropatías compresivas.
Más vale prevenir
En principio, de buen estado físico depende una espalda saludable. Aquí están algunas recomendaciones:
- Ejercicio: las actividades aeróbicas de bajo impacto como caminar, montar en bicicleta y nadar, aumentan la resistencia y la fuerza de la espalda.
- Desarrollo de fuerza y flexibilidad muscular: los ejercicios para los músculos del abdomen y de la espalda fortalecen los músculos y ayudan en el soporte.
- Peso saludable: conviene evitar el sobrepeso.
- No fumar: el consumo de cigarrillo aumenta el riesgo de dolor en la parte baja de la espalda.
- Buena posición: conviene evitar encorvarse para reducir la tensión de los músculos de la espalda. Al sentarse, se debe elegir una silla que ofrezca buen apoyo para la zona lumbar, con apoyabrazos y base giratoria. Para conservar la curvatura normal, se puede colocar un cojín o una toalla enrollada en el cóccix y mantener las rodillas al nivel de la cadera. Se recomienda cambiar de posición por lo menos cada media hora.
- Levantar peso correctamente: se deben evitar los objetos pesados y, si es el caso, la fuerza la deben hacer las piernas, al flexionar las rodillas con la espalda recta.
¿Qué dicen los estudios?
El estudio ‘La epidemia mundial de dolor lumbar’, publicado en Lancet Reumatología (DOI: https://doi.org/10.1016/S2665-9913(23)00133-9) dice que esta va en aumento, con escasez de tratamientos eficaces comprobados, dependencia continua de atención médica e impacto en poblaciones desfavorecidas y culturalmente diversas.
“Las recientes cifras sobre la prevalencia del dolor lumbar, del estudio Global Burden of Disease (GBD) 2021, muestran que el crecimiento más alto de la prevalencia se producirá en Asia y África, donde los sistemas de apoyo social y de atención sanitaria suelen ser deficientes. Y como ocurre con muchas enfermedades crónicas, la carga recae con mayor fuerza en las poblaciones socioeconómicamente desfavorecidas”, dice la investigación, pero advierte que las cifras pueden estar subestimadas, pues con el Covid-19 la prevalencia del dolor lumbar aumentó, como resultado de la inactividad, la ergonomía del trabajo en casa y la atención médica limitada.
Los problemas, conforme a la investigación, son las cargas económica y social: en Estados Unidos, el precio del dolor lumbar y de cuello fue de 134 mil millones de dólares en 2016. “En Brasil, el dolor lumbar representó 100 días de ausencia laboral por persona por año entre 2012 y 2016, y las pérdidas de productividad el 80% del costo anual del dolor lumbar en el país (2.200 millones de dólares). Adicionalmente existen efectos recíprocos en la salud mental: el dolor lumbar crónico se asocia con un aumento de la depresión, y la depresión está relacionada con una mayor discapacidad y una peor recuperación en personas con dolor lumbar”.
Lo cierto es que necesitan medidas para mitigar este dolor. De hecho, en 2017, la OMS lanzó la iniciativa Rehabilitación 2030, cuyo objetivo es fortalecer este servicio en el mundo. “Aunque se han logrado avances, cambiar el rumbo del dolor lumbar de manera significativa requerirá establecerlo y amplificarlo como una prioridad en la agenda de salud global”, concluye el estudio GBD.