Cada diagnóstico de cáncer de mama no empieza en una sala de hospital, sino en la vida cotidiana de una mujer que de repente se detiene.
En Colombia más de 17.000 mujeres cada año reciben el diagnóstico. El 19 de octubre nos recuerda que detrás de cada cifra hay una historia, pero también nuevas maneras de abordar la enfermedad.
cáncer de mama
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“Tenía 34 años cuando recibí el diagnóstico de cáncer de seno y sentí que el mundo se me venía abajo. Pasé por cirugía, quimioterapia y radioterapia; perdí el cabello, la energía y, por momentos, la confianza en mi propio cuerpo. Ha sido un camino duro, marcado por el miedo a la recaída y la incertidumbre del futuro, pero también por el apoyo de mi familia y de un equipo médico que nunca me dejó sola. Hoy sigo en controles, con la ansiedad que eso implica, pero también con la certeza de que sigo aquí, valorando cada día y recordándome que no soy solo una paciente, sino madre, hija, amiga y mujer”.
Para quienes trabajan en el ámbito de la salud, esta jornada constituye una pausa necesaria para reflexionar sobre los avances alcanzados, las brechas que persisten y las nuevas herramientas de tratamiento que pueden marcar la diferencia.
Y es que los datos son contundentes. En 2022, el informe Globocan estimó más de 2,2 millones de nuevos casos de cáncer de mama en el mundo y alrededor de 665.000 muertes. Colombia no es ajena a esta realidad: ese mismo año se notificaron cerca de 17.000 casos y unas 4.700 muertes, según cifras del Observatorio Global del Cáncer.
Cáncer de Seno, más que un diagnóstico
Más allá de las estadísticas, lo que enfrentan las pacientes suele ser un camino complejo. El diagnóstico llega, muchas veces, como un golpe abrupto que descoloca proyectos de vida. El cuerpo cambia: cirugías, quimioterapias, cicatrices. Y junto a ello, la mente también se ve afectada: miedo, ansiedad, incertidumbre por el futuro. No es raro que las pacientes expresen sentir que “la vida se parte en dos”: antes y después del diagnóstico.
En mujeres jóvenes, el impacto puede ser aún más profundo. En Colombia, alrededor del 19% de los casos corresponde a mujeres entre los 18 y 45 años, un grupo en plena etapa productiva, muchas veces con proyectos de maternidad, carreras profesionales en desarrollo y responsabilidades familiares. Para ellas, además del reto clínico, se suma la carga emocional de verse enfrentadas a un diagnóstico que culturalmente se percibe como “lejano” a su edad.
El panorama en Colombia

En el país, el cáncer de mama es la neoplasia femenina con mayor incidencia y mortalidad. De acuerdo con los registros nacionales, en 2022 se reportaron cerca de 17.018 nuevos casos con una incidencia estimada de 64,9 casos por cada 100.000 mujeres y 4.752 muertes asociadas.
En informes más amplios, la tasa estandarizada de prevalencia en mujeres pasó de 43,1 en 2012 a cerca de 47,8 por 100,000 mujeres-año en 2020. Sin embargo, uno de los retos más persistentes es que entre un 30% y un 33% de los casos siguen siendo diagnosticados en estadios avanzados (III o más), lo que limita las opciones terapéuticas y afecta la supervivencia.
En informes más amplios, la tasa estandarizada de prevalencia en mujeres pasó de 43,1 en 2012 a cerca de 47,8 por 100,000 mujeres-año en 2020. Sin embargo, uno de los retos más persistentes es que entre un 30% y un 33% de los casos siguen siendo diagnosticados en estadios avanzados (III o más), lo que limita las opciones terapéuticas y afecta la supervivencia.
Un estudio encontró que, en el periodo analizado, de 7,621 casos de EOBC, solo el 38% eran diagnosticados en estadios I a II. Además, los tiempos entre la biopsia y el resultado han mejorado en años recientes, pero el intervalo entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento todavía supera las ocho semanas en muchos casos, lo que constituye una barrera clínica relevante.
Estas cifras subrayan la magnitud del desafío: a pesar de mejoras parciales, continúan existiendo demoras diagnósticas, inequidades regionales en acceso a tecnología y limitaciones en cobertura homogénea del diagnóstico temprano.
El desafío del diagnóstico temprano
La mamografía convencional ha sido durante décadas la herramienta clave en mujeres para el diagnóstico a partir de los 40 años en muchos países. Tiene buen poder diagnóstico en poblaciones de densidad mamaria moderada y en grupos de riesgo promedio.
No obstante, en Colombia todavía persisten barreras de acceso. Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2015), menos de la mitad de las mujeres entre 40 y 69 años había tenido alguna vez una mamografía de cribado. Si ese es el panorama en el grupo etario que sí está contemplado en los programas de tamizaje, la situación en mujeres menores de 40 años es pese a todo más incierta.
El resultado es claro: muchos diagnósticos continúan llegando en estadios avanzados, lo que disminuye las probabilidades de curación y aumenta la carga física y emocional sobre las pacientes y sus familias.
Innovación al servicio de las pacientes: el caso de Bexa

En este contexto han surgido nuevas tecnologías que buscan complementar las herramientas tradicionales. Una de ellas es Bexa, una tecnología de elastografía mamaria que se presenta como alternativa para mujeres jóvenes y con alta densidad mamaria.
Según la información disponible en mybexa.co, el dispositivo permite mapear la firmeza de los tejidos mamarios, y no su densidad, lo que hace posible identificar pequeñas masas, incluso de hasta 5 mm, con una sensibilidad reportada cercana al 90%. A diferencia de la mamografía, no utiliza radiación, es un procedimiento indoloro y entrega resultados inmediatos.
Para las pacientes, la promesa no es solo técnica: es emocional. La posibilidad de acceder a un examen menos invasivo, sin dolor ni compresión, reduce la ansiedad que muchas mujeres sienten al someterse a la mamografía tradicional. Y para las más jóvenes, que suelen quedar por fuera de los programas de cribado, puede significar una oportunidad para detectar lesiones en etapas más tempranas.
Por supuesto, como toda innovación, Bexa plantea preguntas. Su adopción masiva requiere más estudios independientes que validen su eficacia comparada con la mamografía, ecografía o resonancia, y su implementación en países como Colombia depende de factores de costo, acceso y equidad. Pero el interés que despierta muestra la necesidad de pensar en soluciones adaptadas a cada grupo poblacional, especialmente en quienes más sufren las limitaciones de las tecnologías actuales.
Recomendaciones para profesionales de la salud en el Día del Cáncer de Mama
- Sospecha clínica en jóvenes: no minimizar síntomas por la edad. Un bulto en una mujer de 30 años merece un estudio riguroso.
- Conocer nuevas tecnologías: herramientas como Bexa abren la puerta a diagnósticos más tempranos en grupos que hoy quedan desprotegidos.
- Equidad en acceso: de nada sirve una innovación si solo llega a unas pocas. El reto es implementarla sin profundizar distancias sociales o geográficas.
- Apoyo integral: incorporar acompañamiento psicooncológico y programas de rehabilitación física es tan importante como la cirugía o la quimioterapia.
- Educación continua: a pesar de todo, las campañas comunitarias sobre autoexploración, signos de alarma y consulta temprana son un elemento fundamental.
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