Telas con minerales que absorben el calor del cuerpo y lo convierten en energía, prendas íntimas que acaban con las bacterias y no se lavan, camisetas con minisensores que permiten encontrar niños extraviados y adultos mayores con discapacidad, pertenecen al universo de la moda inteligente que, cada vez más, está al alcance de todos.
Es posible que hace algunos años la imagináramos, pero de ahí a creer que sería realidad había una gran brecha. Sin embargo, la ropa que incorpora tecnología ha llegado para quedarse en un mundo en el que los microcomponentes, los circuitos y los dispositivos inteligentes son protagonistas. Que haya prendas de este tipo es dar un paso más allá de los relojes que miden las funciones principales del organismo o los audífonos y controles que accionan aparatos a distancia.
Uno de los escenarios donde pudieron probarse los ejemplos más recientes de tecnología usable, como suele llamársele a esta clase de moda, fueron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Hubo prendas fabricadas con telas que, mediante descargas eléctricas mínimas, potenciaban el esfuerzo físico en los músculos de los atletas. ¿Cómo lo hicieron? Insertando en sus fibras pequeños sensores que monitoreaban los niveles de rendimiento, a la vez que controlaban los signos vitales del deportista. Este modelo de tecnología se emplea así mismo en la vida cotidiana; por ejemplo, a la hora de chequear el estado de salud de adultos mayores, pues contribuye a prevenir riesgos en el futuro inmediato.
Pero hay más. Los uniformes para competencias de alto nivel deportivo ahora pueden fabricarse con un componente más fuerte que el acero y que, además, equilibra los aspectos eléctrico y térmico del cuerpo humano. Se trata del grafeno, un material compuesto por partículas electrónicas minúsculas que proporciona flexibilidad y comodidad a quien usa la prenda. Sumado a esto, permite que la temperatura corporal sea la misma, sin importar si hace frío intenso o calor insoportable.
Algo parecido sucede con la fibra de carbono, tradicionalmente usada en la fabricación de objetos de toda índole (piezas para carros, aviones, instrumentos, prótesis) para alivianar su peso, y que ahora es la base en telas de vestidos de baño. La novedad es que almacena energía que luego se libera durante la natación y en consecuencia aumenta el rendimiento del deportista.
O qué decir del buzo elástico que la marca deportiva estadounidense Under Armour vende a través de su tienda en línea. Es una prenda para la pronta recuperación muscular, pues sus fibras toman el calor del cuerpo mientras se realiza actividad física y lo regresan convertido en luces infrarrojas. Esto posibilita que los músculos de los deportistas se recuperen y relajen después de competencias o entrenamientos fuertes.
No todo es deporte
Si bien los avances más conocidos en cuanto a moda inteligente se han desarrollado en accesorios deportivos como los tenis, que miden el desempeño del atleta a través de micropartículas en la plantilla y sugieren estrategias más eficaces para alcanzar las metas físicas propuestas, cada área de la cotidianidad humana casi cuenta con un nuevo dispositivo.
· En estilo de vida, la marca francesa Spinali Design ofrece un bikini, cuyo dispositivo interno se comunica con el celular para enviar datos como el tipo de piel de la dueña, el tiempo que lleva expuesta al sol, la sugerencia de aplicar de nuevo bloqueador si es necesario, o retirarse por unos minutos de la exposición. Todo para prevenir el cáncer de piel por exceso de rayos solares, y también evitar una posible insolación.
· Los japoneses son líderes en la creación y el desarrollo de estas prendas inteligentes. Como en el caso de la piyama que, mediante sensores adheridos a la tela y dispuestos en algunas partes de la pieza, rastrea los movimientos de quien la usa. Además de localizar a personas con demencia senil que acostumbran salir de sus casas sin avisar y se extravían, la piyama detecta trastornos del sueño, malas posturas y reporta el comportamiento nocturno del usuario en un informe que puede revisarse a diario en el teléfono celular.
· Para que estas prendas sean exitosas es necesario unir los dos mundos, el textil y el tecnológico. La muestra de esto son la empresa electrónica surcorerana Samsung y la textilera de origen oriental Rogatis, que diseñaron un traje inteligente de dos piezas para hombre, cuya principal ayuda es lograr acciones precisas con el celular sin tener que tocar el aparato. Así, con solo mover la cabeza; por ejemplo, se pueden encender objetos digitales situados a cierta distancia, o desbloquear el teléfono móvil si se gira la muñeca. La idea en este caso es incluir a ciertas telas ya existentes los microcomponentes tecnológicos que posibiliten las acciones. Cada vestido se encuentra en el mercado coreano en 500 dólares.
· La pandemia por el Covid-19 nos enseñó a medir la saturación de oxígeno en casa y, a propósito de lo útil que resulta esta práctica para la salud, surgieron las medias inteligentes Owlet que, mediante alta tecnología en oximetría, permiten hacerle seguimiento a la frecuencia cardíaca en los bebés. La manera de monitorear estos resultados es a través de aplicaciones que se instalan en los celulares. Las medias, como dispositivos tecnológicos, se recargan igual que un teléfono inteligente y dan pistas de síntomas relacionados con enfermedades cardíacas, respiratorias y apnea infantil.
¿Cómo se logra esta maravilla?
Aunque, al principio, hacer pruebas con esta clase de ropa era experimental, los avances y respuesta de los consumidores le han dado solidez a esa unidad de negocio de las empresas que manejan tecnología. Por eso, continuamente buscan aliarse con desarrolladores de telas para llevar a cabo proyectos conjuntos y explorar con nuevas propuestas tanto en comodidad como en beneficios en salud y facilidades diarias. La viabilidad económica en esta área crece y, según el reporte de la firma consultora Juniper Research, las ventas de prendas de este tipo por año en el mundo pasarán de 1.000 millones de dólares en 2020 a 11.000 millones en 2025.
Las investigaciones más recientes apuntan a perfeccionar la ropa hecha con fibras que perciben los movimientos de las personas al contacto con la piel. Estos análisis y experimentos iniciaron hace dos años en los laboratorios del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT, por su sigla en inglés), con fibras superdelgadas hechas de hilos en acero recubiertos con materiales que tienen propiedades conductoras, lo que los convierte en sensores.
El investigador y uno de quienes desarrolla esta tecnología en el MIT, Wan Shou, afirmó en julio de este año en medios de comunicación: “Nuestra ropa utiliza una mezcla de fibras textiles típicas junto con una pequeña cantidad de fibras funcionales hechas a la medida que detectan la presión de la persona”. Como resultado de este trabajo ya hay medias, guantes y chalecos que, como reitera el profesor y conferencista: “Son suaves, elásticos, transpirables y pueden adoptar una gran variedad de formas”. Lo que se busca es mejorar la comodidad poco a poco, hasta el punto de que la tecnología empleada sea imperceptible y las prendas puedan usarse como cualquiera otra del clóset.
El tema es fascinante, por eso hay equipos de investigadores en otras partes del mundo, como en la Universidad Politécnica de Cataluña, en la que uno de los profesores del departamento de Ingeniería eléctrica, Oriol Boix, también compartió sus percepciones a la prensa en cuanto a la resistencia al agua y la durabilidad de todos estos componentes tecnológicos: “En general, todo lo que es electrónica se puede lavar, siempre y cuando se haga sin electricidad. Todo va encapsulado porque cada vez hay más sistemas sin agujeros que es posible sumergir”.
De cualquier forma, quienes diseñan y desarrollan moda inteligente han querido brindar un valor adicional, por esa razón muchas de esas piezas, en especial las que se utilizan para trabajo o deporte, combaten bacterias, eliminan olores y repelen la suciedad de modo inmediato. Pero lo que sí deben tener en común son características que las hagan diferentes a pesar de los dispositivos que llevan incorporados. Por eso, los usuarios buscan en ellas comodidad, versatilidad, diseño, seguridad y precio; esta última variable todavía se está ajustando a los mercados emergentes, que aún no cuentan con el dinero suficiente para invertir en este prototipo de tecnología usable y poder disfrutar de sus beneficios.
Para reducir los precios al público, los equipos desarrolladores de esta ingeniería trabajan constantemente, en pro de convertirla en un servicio masivo y no de lujo.