La tarea de cuidar el cerebro debe hacerse desde la preconcepción, sigue durante el embarazo, la infancia, la adolescencia y en la adultez.
la salud cerebral
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la salud cerebral
Casi la mitad de la población mundial podría tener una afección del sistema nervioso (41,3%), que causa anualmente 11,1 millones de muertes, 168 millones de años de vida perdidos (AVD) y 443 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD).
Así lo señala un estudio publicado por The Lancet Neurology, en 2024, según el cual ocho millones de esas muertes se originaron por accidentes cerebrovasculares (ACV) y demencias. Otras enfermedades de impacto fueron: encefalopatía neonatal, migraña, neuropatía diabética, meningitis, epilepsia idiopática y trastorno del espectro autista.
Las cifras seguirán aumentando por los cambios demográficos y el envejecimiento de la población; pero, sobre todo, por la poca importancia que en muchos entornos se le da a la salud cerebral, a lo que se suma que solo el 25 % de la población mundial tiene acceso a más de un neurólogo por cada 100.000 personas.
Por eso, la OMS/OPS, la Federación Mundial de Neurología (WFN, por sus siglas en inglés), la Academia Europea de Neurología (EAN, por sus siglas en inglés) y otros organismos han alertado sobre la urgente necesidad de fomentar la neurología y la salud cerebral de calidad, teniendo en cuenta que el cerebro es complejo y requiere cuidados que inician desde la etapa intrauterina y van hasta la vejez, es decir, toda la vida.
Base para una vida plena
El objetivo es lograr su adecuado funcionamiento en los dominios cognitivo, sensorial, socioemocional, conductual y motor, que permita alcanzar su máximo potencial a lo largo de la vida; no obstante, la presencia o ausencia de trastornos, indica la OMS.
Hacerlo es fundamental para la salud general, porque “es la base de la capacidad de comunicarse, tomar decisiones, resolver problemas y vivir una vida productiva y útil. Debido a que el cerebro controla gran parte de las funciones diarias, podría decirse que es el órgano más valioso del cuerpo”, indica la WFN en su ‘Iniciativa de salud cerebral’.
Para ayudar a ese entendimiento y en busca de soluciones globales, la OMS presentó su Plan de Acción Global en Epilepsia y otras enfermedades Neurológicas 2022-2031 (IGAP), adoptado por diversos países, que busca que se valore, promueva y proteja la salud cerebral a lo largo de la vida; se prevengan, diagnostiquen y traten los trastornos neurológicos, evitando la mortalidad y morbilidad prematuras, y que las personas afectadas por trastornos neurológicos y sus cuidadores alcancen el máximo posible de salud, con igualdad de derechos, oportunidades, respeto y autonomía, sin estigmatización.
Factores clave
La salud cerebral tiene que ver con múltiples situaciones y estilos de vida. Algunos de ellos son:
Además de retrasar el deterioro cerebral relacionado con la edad y ayudar a mantener las capacidades cognitivas, “produce efectos positivos en el cerebro a nivel de la sinapsis neuronal, la memoria y otras capacidades cognitivas”, explica el doctor Hernando Jaime González, especialista en medicina del deporte.
Dichos efectos se deben, entre otras cosas, a la acción de la hormona irisina en el hipocampo, la cual se incrementa durante el ejercicio; esto se reafirma al encontrar niveles bajos de esta hormona en sangre en pacientes con demencia o Alzheimer.
Se recomienda sumar, idealmente, 300 minutos de ejercicio moderado o 150 minutos de ejercicio vigoroso a la semana, aunque la prescripción correcta la debe hacer un médico del deporte, tras evaluar al paciente según sus necesidades y objetivos.
“Cuando realizamos actividades como leer, estudiar, aprender un idioma o adquirir nuevas habilidades, estimulamos nuestro cerebro de diversas maneras, promoviendo la neuroplasticidad o capacidad para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales”, explican Blanca Suárez y Cindy Agudelo, expertas del programa ECHO, de protección a la vejez, en la Universidad Antonio Nariño (UAN).
Similarmente, el aprendizaje continuo ayuda a mantener una reserva cognitiva, promoviendo un funcionamiento cognitivo saludable frente al envejecimiento o ciertas condiciones médicas, y retrasando el inicio de síntomas de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Dormir bien es vital para la salud cerebral, el sistema inmune y el bienestar general. Si bien las necesidades varían según la edad y cada persona, un sueño reparador y constante permite al cerebro eliminar desechos y optimizar la memoria.
En cambio, el sueño irregular es factor de riesgo para ciertos trastornos neurológicos, y quienes los presentan, a menudo experimentan alteraciones del sueño como consecuencia de ello, indica la OMS.
Las condiciones medioambientales, como el contacto con pesticidas, metales pesados y microplásticos, que pueden ingerirse en alimentos, bebidas y agua potable, se acumulan en el cerebro y causan problemas neurológicos. Los jóvenes son los más expuestos desde edades tempranas, según Sapien Labs y su Global Mind Project.
Otro tipo de riesgo ambiental son los traumatismos craneoencefálicos, que pueden ser causados por violencia, accidentes o práctica de deportes extremos, en donde puede haber daños neuronales.
Alimentación sana y balanceada
Incluir frutas, verduras, proteínas, cereales y otros nutrientes en su dieta diaria es bueno para el cerebro, dice Lucía Correa de Ruiz, nutricionista dietista, quien recomienda un plan personalizado de alimentación, según la edad, peso, talla, actividad física, hábitos alimentarios y condiciones de salud.
Por la salud cerebral, recomienda evitar el exceso de alimentos procesados, sal y azúcares refinados, que dañan los vasos sanguíneos que transportan el oxígeno, ocasionando la muerte de células cerebrales y aumentando el riesgo de problemas de memoria y pensamiento a futuro.
El tabaquismo es factor de riesgo conductual asociado con trastornos neurológicos como el ictus, la demencia y la esclerosis múltiple. Por eso, la cardióloga Leslie Cho, de Cleveland Clinic, considera clave nunca acercarse al tabaco, y quienes ya fuman, dejar este hábito nocivo, “malo para el corazón, los pulmones y el cerebro”.
En la misma medida, el consumo nocivo o excesivo de alcohol puede afectar el sistema nervioso y provocar trastornos neurológicos como neuropatías, miopatías y delirium tremens, e incrementa el riesgo de accidentes de tránsito, violencia o caídas que pueden lesionar el cerebro.
Acceso a la atención médica
Durante el congreso de la EAN 2024 se hizo un llamado a un trabajo multi e interdisciplinario con miras a mejorar la salud cerebral global, incluyendo a neurólogos, neurocirujanos, psicólogos, psiquiatras, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, internistas y médicos generales, para que desde la atención primaria en salud identifiquen, traten o remitan a los pacientes con trastornos neurológicos, apoyados en los avances en neurociencia, neuroimagen e inteligencia artificial (IA).
Otra labor primordial es la educación de la comunidad, porque entre más conozcan sobre la salud cerebral, más vidas se pueden salvar, indica la OMS que, en su plan de acción global en epilepsia y otras enfermedades neurológicas enfatiza en que “muchos trastornos neurológicos son prevenibles, incluido el 25% de la carga mundial de casos de epilepsia”.
Cuidando a los deportistas
En marzo de 2025, en un partido por las eliminatorias suramericanas al Mundial de Fútbol de 2026, el portero Alisson Becker, de Brasil, y el defensa Dávinson Sánchez, de Colombia, sufrieron una conmoción cerebral al chocar sus cabezas. De inmediato se activaron los protocolos de atención médica y los dos fueron reemplazados.
Esto, dado que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lideran una campaña de concienciación sobre las conmociones cerebrales ‘Sospechar y proteger: ningún partido merece el riesgo’, para fortalecer el reconocimiento de signos y síntomas entre jugadores, entrenadores, médicos y público en general, y orientar sobre cómo volver a jugar sin peligro.
Los síntomas, que pueden tardar 72 horas en aparecer, incluyen dolor de cabeza o sensación de presión, náuseas o vómitos, problemas de equilibrio o mareos, visión borrosa o doble, sensibilidad a la luz y/o al ruido, problemas de memoria (dificultad para recordar el evento traumático y/o eventos anteriores o posteriores), confusión o incapacidad para concentrarse.
Trastornos neurológicos
Según la OMS los trastornos neurológicos son afecciones del sistema nervioso central y periférico, como la epilepsia, las cefaleas (incluida la migraña); los trastornos neurodegenerativos (incluida la demencia y la enfermedad de Parkinson); las enfermedades cerebrovasculares (como el ACV); los trastornos neuroinfecciosos/neuroinmunológicos (meningitis, malaria cerebral y esclerosis múltiple).
De igual forma, trastornos neuromusculares (neuropatía periférica, distrofias musculares y miastenia gravis), trastornos del desarrollo neurológico (trastorno del espectro autista y los neurológicos congénitos), traumatismos craneoencefálicos y de la médula espinal, y cánceres del sistema nervioso.
Si bien algunos son poco frecuentes, siguen siendo responsables de una alta morbilidad y mortalidad.
Bibliografía