Hacen comentarios negativos, se sienten víctimas en todas las situaciones, culpan a otros de sus problemas y desestabilizan emocionalmente a los más optimistas. En el vocabulario popular son llamados tóxicos, pero en realidad, son individuos con trastornos disfuncionales en su personalidad.
Seguramente, más de una vez ha tenido un jefe que impone su autoridad por encima del grupo de trabajo y expone en público a sus colaboradores, o un amigo que tiene el comentario preciso para aguar los momentos de celebración, o quizás la pareja que, habiéndose equivocado, le hace sentir que usted es el responsable de una situación desafortunada. Estos tipos de personas son más frecuentes en la vida cotidiana de lo que se quisiera y es posible encontrárselos y estar obligados a compartir con ellos largos períodos de tiempo.
Por eso, lo ideal es aprender a identificarlos, conocer por qué actúan de ese modo y sortear de la mejor manera las situaciones que los involucran. Ahora bien, así mismo es importante tener en cuenta que, en algunos momentos, nosotros también podemos actuar como personas tóxicas, pero que podemos corregir a tiempo por el bien de las relaciones con la gente que nos interesa.
“Si vamos a ser justos con estas personas, no son así porque quieran, aunque a veces pareciera que actúan intencionalmente con el objetivo de dañarnos, de hacernos sentir mal, de robarnos la energía, pero no. Si estamos hablando de trastornos de personalidad, pues se requiere una disposición genética para padecerlos, además de otras variables externas que, en conjunto, ayudan a desarrollar ese carácter disfuncional que molesta a los demás y, con un problema para ellos y es que en la mayoría de los casos no se dan cuenta de que tienen esa condición”. Así lo explica el psiquiatra Pablo Gómez.
Y es que esta clase de conductas que presenta la gente tóxica se manifiestan en todos los ámbitos de la vida: con los compañeros de trabajo, la familia, los amigos, la pareja, y se quejan porque nadie los entiende. Pocas veces se detienen a pensar que, si hay un conflicto frecuente, quizás ellos podrían ser quienes lo generan.
Para entender mejor esos comportamientos que ocasionan inestabilidad en las relaciones y que requieren abordarse con cabeza fría y prudencia, la psicóloga María Elena Badillo, especialista en Desarrollo Humano, aclara: “Hay algo que las personas tóxicas tienen en común y es que vibran en un profundo miedo. Podríamos dividirlos en dos grandes grupos: los opresores y los inconformes. Los primeros, se identifican con facilidad porque sienten la necesidad de opacar a los demás, necesitan minimizarte porque es la única alternativa que encuentran para sobresalir, pues tienen una inseguridad muy marcada”.
Por otra parte, los tóxicos inconformes, para continuar con la teoría que plantea la doctora Badillo, manifiestan su temor mediante el rumor y la envidia. Sienten que las personas de su entorno, que están a su mismo nivel, tienen lo que ellos aún no han recibido y sienten que no es justo. Por lo cual, acostumbran hacer comentarios negativos y destructivos como una especie de mecanismo de defensa frente a esa situación exitosa o positiva del otro que no pueden entender.
Los tóxicos son…
La observación y la sensibilidad frente a los que padecen esta alteración del comportamiento es una de las herramientas con las que contamos para saber quiénes son las personas tóxicas a nuestro alrededor. En la mayoría de los casos, los especialistas sugieren alejarse de ellos y evitar contagiarse de su influencia. Pero como no siempre es posible porque pueden ser familiares cercanos o personas con las que se debe interactuar, es mejor estar alerta para aprender a convivir con ellos y darle un giro a su mala vibra. Estas son algunas señales para identificarlos:
. Suelen hablar solo de ellos e ignorar a quienes tienen a su alrededor. Dan prioridad a sus problemas y hacen que los otros atiendan sus necesidades.
. Se quejan de todo y con frecuencia. Son de los que ven siempre el vaso ‘medio vacío’ y se centran en los problemas, no en las soluciones.
. Para ser el centro de atención asumen el papel de víctimas y pocas veces se hacen responsables de sus actos porque otro siempre tiene la culpa.
. Por más positivas y fantásticas que sean las ideas de los demás, buscan desanimarlos o ignorarlos, así como adjudicarse logros que no son suyos.
. Cuando ven la oportunidad, se aprovechan de la buena fe de los otros y prefieren lo que se denomina ‘la ley del menor esfuerzo’, porque no tienen mucha iniciativa.
. Les cuesta alegrarse por los triunfos ajenos, más bien lo hacen cuando otros se equivocan.
. Como rasgo característico, carecen de autocrítica porque su ego no les deja ver errores o fallas propias, por esa razón en ocasiones tienen vacíos en varios temas, porque ‘creen que se las saben todas’.
. Entre lo más dramático está su infelicidad constante, pues los frecuentes pensamientos negativos les impiden vivir en armonía y sufren en silencio.
Consejos prácticos
Si usted tiene cerca un ‘vampiro emocional’ que le roba la energía, lo más fácil sería alejarlo de su vida, pero cuando esto no es posible hay que recordar que somos seres con libre albedrío para elegir cómo actuar y enfrentar las situaciones que se nos presentan a diario. Lo mejor es blindarse y prepararse para que cada acción de parte de las personas tóxicas no le afecte. Como lo asegura el psiquiatra Pablo Gómez: “Seamos un poco compasivos porque no sabemos qué hay en la historia de esa persona, qué lo llevó a comportarse de esta manera, qué dramas, tragedias o situaciones ha vivido que generaron en ella esos rasgos disfuncionales a los ojos de los demás, que nos causan malestar y dolor. Por ello los invito a la compasión, porque ellos también sufren”.
Las siguientes son otras recomendaciones para poner en práctica, una vez se identifica la persona tóxica y se define si su relación con ella le suma o le resta:
1. Evite caer en el juego de las emociones y los comentarios; no permita que esa persona lo afecte mientras esté manifestando sus carencias.
2. Diga ‘no’, ponga límites, cree barreras para demostrarle al otro, y siga un proceder respetuoso y cordial, hágale saber que con usted no encuentra eco para la victimización, la crítica, ni mucho menos podrá generarle sentimientos de culpa.
3. Dele a entender a esa persona contaminada emocionalmente que él o ella no tienen control sobre sus pensamientos, acciones o sentimientos.
4. Aprenda a controlar sus emociones para evitar engancharse con las situaciones negativas que genera el tóxico. Trate de leerlo e interpretar su forma de actuar con comprensión, poniéndose en su lugar por un instante y entendiendo que sus miedos y necesidades lo llevan a comportarse así.
¿Y si soy yo?
Es más fácil pontificar sobre si este u otro conocido es tóxico, pero cuando la duda recae sobre nosotros, la autoestima aflora y busca protegernos a como dé lugar. Es decir, es más complejo hacer autocrítica que criticar a los demás. Por eso, es mejor conocer algunas señales de alerta que le pueden dar pistas sobre su comportamiento que, de seguro, alguna vez ha sido tóxico.
· Cuando se toma cualquier comentario personal y piensa que todos están en su contra.
· Si se le dificulta perder o procesar la frustración y por lo que tiende a manipular para que las cosas salgan como usted quiere.
· Vive quejándose por todo y se deja controlar por sentimientos negativos como ira, tristeza, culpa o envidia.
· Si cuando se siente amenazado por algo que no resulta como lo planeó, responde con agresiones verbales o físicas y, más adelante, se arrepiente.
· Cuando le cuesta asumir las consecuencias de sus actos y se siente mejor pensando y diciendo que hay una especie de complot en su contra.
La buena noticia es que es posible buscar ayuda con profesionales ajenos al entorno que nos rodea. “La sugerencia es, como un acto muy frecuente, revisarnos permanentemente para evitar incurrir en comportamientos tóxicos con los demás. Proponernos a estar muy conscientes de las acciones propias y a monitorear las emociones”. Así concluye la doctora María Elena Badillo. Y, por si no lo sabía, el estudio Whitehall II, realizado en Londres y orientado hacia temas de salud pública y gestión sanitaria, arrojó como resultados (enfocados en 10.000 personas durante 12 años) que quienes están inmersos en relaciones tóxicas tienden a desarrollar problemas cardíacos que terminan en desenlaces fatales. Así que, vale la pena ponerle atención a este tema que está en boca de todos.