Creer que los éxitos que se han conseguido son por azar y no darse un crédito real, es lo que hace este fenómeno que muchos padecen pero pocos reconocen.
El síndrome del impostor es típico de aquellas personas que sienten que tienen ‘golpes de suerte’ en lugar de reconocer que sus logros tienen que ver con su esfuerzo o capacidades. Además, sienten que no merecen lo que tienen. En otras palabras, es como si fueran los impostores de su vida.
Superarlo y empezar a creer que no todo lo que se consigue tiene que ver con la suerte es posible. Estas son 6 claves que ayudan a dejar de sentirse como un impostor:
Identificarse con el síndrome. Es importante hacer un autoanálisis y ver si realmente la persona no reconoce ni valora sus logros. Además, estar atento sobre cómo se habla a sí mismo.
Hay que reconocer las emociones. Identificar las emociones propias y aceptarlas es un gran paso para entender que tal vez la persona se está saboteando a sí misma al no darse el reconocimiento que de verdad se merece. Cuándo no hay este reconocimiento de las capacidades, pueden llegar sentimientos de frustración, tristeza o impotencia.
Evaluar de dónde vienen los logros y éxitos. Hay que hacer una pausa y realmente preguntarse cómo se han alcanzado esas metas que se cree que vienen por suerte. La persona debe pensar en las probabilidades de que la suerte sea la causa principal y no sus propios talentos, habilidades o esfuerzos.
Observar los miedos. Es importante preguntarse sobre a qué se le tiene miedo, analizar esos miedos y tratar de gestionarlos. Tal vez allí exista un temor a no ser suficiente, lo que tiene una alta incidencia en el síndrome del impostor.
Hay que cuidar cómo se habla a sí mismo. El diálogo interno es clave, ayuda a reforzar ciertas ideas y también a autosabotearse. Por eso, es importante evaluar cómo está este aspecto y empezar a hacer conciencia del mismo para cambiarlo en caso de ser necesario.
Aceptarse. Hay que aceptar las cosas buenas y las no tan buenas. Entender que puede haber emociones que afectan y que propician ese boicot a sí mismo. De esta manera es más fácil asimilar el ‘síndrome del impostor’ y trabajar en este para superarlo.