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Microchips subcutáneos: el debate entre beneficios y riesgos sociales, tecnológicos y éticos

Microchips subcutáneos

Cada vez más países, organizaciones e individuos quieren aprovechar las ventajas de una tecnología de implantes en el cuerpo humano que no está exenta de controversia, dadas las implicaciones que pueden derivarse de su indebida utilización.

Los implantes han mejorado nuestra calidad de vida. Entre sus diversas tipologías se encuentran los quirúrgicos, que impactan considerablemente la salud, al sustituir algún órgano o tejido defectuoso; dentales, gracias a los cuales miles de personas vuelven a sonreír y a masticar sus alimentos; o capilares, claves para la recuperación de la autoestima de un buen número de hombres y mujeres que no se resignan a perder su pelo antes de tiempo.

La nueva tendencia en materia de implantes está determinada por la tecnología. En años recientes, el mundo vio hacerse realidad la teoría del desarrollo de microchips electrónicos, de un tamaño no superior a un grano de arroz, para ser colocados debajo de la piel en el cuerpo humano.

Los implantes que hoy concentran la atención del mundo fueron utilizados primero en animales empleando la tecnología RFID (Radio Frecuencia Identificación), con el fin de obtener datos de ubicación geográfica en tiempo real. Hoy en día, los microchips diseñados para humanos se basan en la tecnología NFC (Near-Fear Communication o Comunicación de Campo Cercano) disponibles en tarjetas de acceso y teléfonos inteligentes, entre otros dispositivos.

En términos generales, un microchip implantable es un dispositivo de circuito integrado de identificación, encapsulado en un receptáculo de vidrio de silicato, apto para su inserción en el cuerpo humano, que suele llevar almacenado un código de identificación único vinculado a determinado tipo de información, como datos de identificación personal, antecedentes penales, historial médico, medicamentos o alergias.

Los beneficios comienzan sin dolor

Desde 2015, los implantes tecnológicos comenzaron a hacerse comunes en Suecia, país en el que sus receptores pueden realizar diversas actividades como acceder a medios de transporte público o ingresar a sus hogares, oficinas y gimnasios. Se estima que en ese país cerca de 6.000 personas portan voluntariamente estos microchips.

A diferencia de otros implantes que requieren de procedimientos complejos, la inserción del microchip es más bien sencilla, sin causar dolor en la persona que lo recibe.

El implante es colocado en la última de las tres capas de la piel entre los dedos índice y pulgar, dado que posee pocas terminaciones nerviosas. La cápsula de cristal de 16 mm de largo y 2 mm de ancho, que lleva una bobina de cobre con una placa que tiene una capacidad de almacenamiento de 2Kb.

La simplicidad también está presente en la forma de adquirir el implante. Pau Adelantado, sociólogo español, pagó 200 euros a la firma DSRuptive por un kit que incluyó el chip y los inyectores, sometidos a un cuidadoso y validado proceso de esterilización. La implantación la realizó en un estudio de tatuajes: “Hay que hacerlo en centros donde haya gente especializada en piercings, que conocen los riesgos asociados y donde el riesgo de infección es casi nulo”, comentó.

Además de Suecia, otros países de Europa ‒al igual que Japón y Estados Unidos‒ están viendo como sus ciudadanos muestran cada vez un interés mayor en la innovación, atraídos no solamente por el deseo de tener la experiencia sino de acceder a una serie de beneficios que están muy relacionados con el modo de vida actual, en el que la influencia de la tecnología, determinada por la tendencia del internet de las cosas, es total.

“Tengo la peor memoria del mundo”, señala David Williams, ingeniero de sistemas británico, quien decidió instalarse el accesorio, al que califica como de gran ayuda porque le permite abrir las puertas y desbloquear su computadora en todo momento. “También es divertido darle a alguien mi número y dirección de correo electrónico tocando su teléfono con mi mano”, agregó.

Los usuarios destacan los beneficios de estos implantes tecnológicos en varias de sus actividades diarias, debido a que pueden conectarse sin problemas con los sistemas y aparatos electrónicos de sus hogares y oficinas y enlazarse sin problema con dispositivos de toda índole y de diferentes fabricantes.

Microchips subcutáneos

Tres retos para los implantes

Tal como suele suceder con la irrupción de una innovación de esta magnitud, la implementación de los microchips subcutáneos está bajo el ojo escrutador de la sociedad. En opinión de Ahmed Banafa, experto en inteligencia artificial, para que esta nueva tendencia sea aceptada y adoptada es necesario que pueda superar tres retos: el tecnológico, el empresarial y el social.

Con relación al reto tecnológico, los chips serían sensores conectados de forma directa a cualquier parte del cuerpo en la que se implante. Este nuevo avance modificará ampliamente el concepto de biohacking, entendido como la ampliación de las capacidades humanas mediante el uso de tecnologías. En consecuencia, estos aditamentos suman nuevas variables a los riesgos y amenazas derivadas del jaqueo, el eslabón menos fuerte en los sistemas del internet de las cosas.

Respecto al segundo desafío, el autor destaca que existen muchas organizaciones que desarrollan su actividad en el campo tecnológico, aprovechando las oportunidades para reemplazar sistemas de identificación en tiendas, oficinas, aeropuertos, hospitales, entre otros. En el futuro se espera que surjan nuevos chips capaces de registrar datos clave sobre el estado físico y la salud de sus portadores, configurando un abanico de opciones para numerosas instituciones tanto públicas como privadas.

Por último, en torno al desafío social, Banafa asegura que aún estamos tratando de comprender las consecuencias, en materia de privacidad y seguridad, derivadas de este tipo de avances. Según el autor, la llegada de una nueva generación de tecnologías con capacidad para interactuar a una escala más íntima con el ser humano, que cualquier otra que haya existido, plantea nuevos riesgos y amenazas.

De la seguridad a la ética

Seguridad, protección y privacidad son conceptos que están asociados al lenguaje de la informática y la tecnología, los cuales adquieren una mayor dimensión en términos de la preocupación que puede generarles a los usuarios de los nuevos accesorios, al igual que a la sociedad en general.

La posibilidad de causar infecciones, la falta de compatibilidad con dispositivos de resonancia magnética y el impacto de sus distintos componentes sobre la salud en la eventualidad de que se presente alguna degradación no son cuestiones menores en cuanto al tema de seguridad.

Así mismo, el mayor riesgo de robo de identidades y su impacto sobre la libertad y autonomía humanas, como efecto del uso de los nuevos chips, son temas que llaman la atención en consideración a la protección y la privacidad que les deben ser garantizadas a los receptores.

No obstante, existe otra preocupación que es mayor y que está subyacente en todas las fases del proceso: el riesgo ético. En este sentido hay algunas prevenciones frente al dilema que se plantearía en el caso de que algunas personas se nieguen a utilizarlos, exponiéndose a tratos discriminatorios o de marginación al momento de optar por diferentes posiciones laborales.

Banafa cita una encuesta con empleados en Estados Unidos y Europa, en la que un tercio de quienes participaron creen que para 2035 los candidatos que dispongan de estos implantes disfrutarán de una ventaja injusta en el mercado laboral.

Otro de los escenarios pesimistas, relacionados con la ética y la privacidad, es el posible desarrollo de estructuras de hipervigilancia nacionales, capaces de rastrear la actividad de quienes utilicen esta tecnología.

Entre las opiniones que difieren de esa visión apocalíptica está la de Kevin Warwick, profesor de Cibernética y vicerrector adjunto de la Universidad de Coventry (Inglaterra), quien afirma: “Es bastante fácil recoger este tipo de información sobre una persona sin un implante”, en alusión a los movimientos y comportamientos que quedan registrados en los dispositivos móviles que manejamos en el día a día.

Sin embargo, las alertas mencionadas conllevan a la adopción de sólidas medidas de ciberseguridad que permitan aprovechar el indudable potencial con la que esta tecnología contribuiría a facilitar y simplificar la vida diaria de millones de personas en el mundo. Así se evitaría que los beneficios esperados se desvirtúen y se eliminaría la posibilidad de crear una nueva pesadilla para la humanidad.

Por tratarse de una tecnología nueva, los verdaderos impactos en los individuos solo se conocerán en algunos años, tal como sucedió con la aparición de los teléfonos celulares que modificaron en gran medida nuestros comportamientos e interrelaciones sociales.

De acuerdo con Carlos Andrés Cifuentes García, profesor de Ingeniería Biomédica en la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito: “En el futuro podrían aparecer nuevos riesgos, por lo que será necesario realizar estudios en la población que incorporó el chip. Las evaluaciones también mostrarían si se afectó la forma de ejecutar las actividades diarias o si se presentaron efectos psicológicos en las personas”, concluye.

La adopción de los chips implantables ampliará el concepto del internet de las cosas. Se calcula que, si a finales de 2020 existían más de 30.000 millones de dispositivos conectados, para 2025 la cifra rondará los 75.000 millones.

En Suecia comenzaron a utilizarse implantes NFC por primera vez. La firma Epicenter ofreció a sus trabajadores llevar estos chips para que los identificaran a la hora de registrar su ingreso, pasar los controles de acceso o usar las impresoras.

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