En 2020 se registró un crecimiento mundial del 27,6 % en las ventas a través de esta modalidad. Variedad de productos, comodidad y menores costos han impactado positivamente las cifras.
Aunque el comercio electrónico tiene sus antecedentes en la primera mitad del siglo XX, cuando se empezaron a hacer las ventas por catálogo, en las cuales no era necesaria la interacción física entre un vendedor y un comprador en un establecimiento, el uso masivo del internet, a partir de la década de los 90, le dio el impulso definitivo a las transacciones virtuales que todos conocemos.
El 2020 fue un año altamente positivo para las ventas realizadas en plataformas digitales y otros mecanismos que conforman el ecosistema del comercio electrónico. De acuerdo con cifras del portal Statista, más de 2.000 millones de personas realizaron transacciones que superaron los 4,2 billones de dólares estadounidenses. El incremento en el monto de las operaciones fue de 27,6 % con relación al 2019.
Para los próximos años, los expertos en el sector pronostican que la tendencia hacia el incremento se mantendrá. Aunque la transformación digital y un mayor acceso de personas de todo el mundo al internet juegan un rol decisivo, los motivos que llevan a un consumidor a optar por esta forma de acceso a un vasto portafolio de bienes son muy variados.
Las razones de los consumidores
Comportamientos habituales como las consultas bancarias realizadas de manera electrónica o los pagos en línea de servicios públicos o impuestos han tenido un impacto sicológico en las personas, que les ha permitido perderle el miedo a este tipo de operaciones y, simultáneamente, adquirir confianza y destreza al momento de realizarlas.
A esa mayor seguridad de los usuarios digitales se suman otros motivos que, en opinión de Emanuel Olivier Peralta, fundador y CEO de Genwords, llevan a los consumidores hacia el comercio electrónico: comodidad, mejores precios, variedad de productos, menores gastos, comparación de precios, ausencia de multitudes, eliminación de compras compulsivas y discreción en las transacciones.
1 – Comodidad
El comprador dispone de cualquier momento o no requiere hacer una larga fila para adquirir el producto que busca, ya que la mayor parte de tiendas en línea laboran durante las 24 horas de los siete días de la semana.
2 – Mejores precios
Al reducir la cadena de distribución e intermediarios, los sitios virtuales pueden ofrecer valores inferiores, e incluso ofertas, debido a que en muchas ocasiones los productos son vendidos de manera directa por el fabricante. Adicionalmente, algunos de estos portales estimulan las transacciones a través del ofrecimiento de cupones de descuento o bonos.
3 – Variedad de productos
En un solo lugar pueden encontrarse diversas marcas y productos de diferentes vendedores, con la posibilidad de que si el artículo buscado no se encuentra en inventario puede hallarse en otro sitio en línea. Además, las compras por Internet eliminan las barreras geográficas del pasado, pues ahora no es necesario viajar a otro lugar para conseguir un producto que está disponible en el amplio espectro del comercio electrónico.
4 – Menores gastos
Comida, transporte, tarifa de parqueadero y compras compulsivas son algunos de los costos adicionales que pueden evitarse mediante la realización de transacciones electrónicas, a diferencia de la visita al centro comercial o establecimiento.
5 – Comparación de precios
El usuario puede hacer varias búsquedas en la red, en diferentes sitios, para hallar el producto que desea y al valor que le resulte más favorable. A la par con la posibilidad del ahorro de dinero, las tiendas ubicadas en el universo del comercio electrónico permiten compartir información y reseñas de sus clientes, insumos valiosos para la eventual decisión de compra de otros consumidores.
6 – Ausencia de multitudes
Antes de la llegada del COVID-19, muchas personas evitaban desplazarse a centros comerciales o almacenes para hacer sus compras, debido a las muchedumbres. Ante la presencia de la pandemia, el comercio electrónico cobra una relevancia mayor en materia de bioseguridad y riesgos de contagio.
7 – Eliminación de compras compulsivas
Las habilidades comerciales de los vendedores hacen que, en ocasiones, los consumidores adquieran productos adicionales o poco relacionados con los que inicialmente fueron a buscar en el punto de venta, factor que se evita en las compras virtuales.
8 – Discreción en las transacciones
La adquisición de artículos como ropa interior, lencería o juguetes sexuales puede resultar incómodo para el comprador si está en presencia de otras personas, a diferencia de las tiendas en línea que brindan la mayor privacidad posible.
La evolución en las cifras del comercio electrónico, que con base en las proyecciones continuarán creciendo en los años siguientes, especialmente en la región de América Latina, marcan una tendencia que cada vez congregará a un mayor número de compradores, fortaleciendo a las compras en línea como un hábito de consumo, sobre todo en la coyuntura que se vive a raíz de la pandemia.