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Prevenir la violencia de la pareja mejora la salud mental

Prevenir la violencia de la pareja mejora la salud mental

Según la OMS, se necesita más conciencia, servicios centrados en los sobrevivientes, investigación y políticas para transformar los sistemas de atención de la salud mental.

La violencia íntima entre parejas es la forma más común de violencia contra las mujeres, de acuerdo con información de La Organización Mundial de la Salud (OMS). La padecen alrededor de 641 millones de mujeres y niñas en todo el mundo y afecta profundamente su salud mental, aumentando los riesgos de depresión, ansiedad y otros problemas.

La OMS, que trabaja para prevenir y responder a la violencia de género a través del sector de la salud, contribuyó a la primera Comisión de Psiquiatría Lancet  sobre violencia de parejas íntimas y salud mental. Esta Comisión reunió a expertos internacionales de diversos orígenes (académicos, médicos y aquellos con experiencia vivida) para considerar el progreso en la reducción de la prevalencia de la violencia de la pareja y los daños asociados a la salud mental, y para establecer una hoja de ruta para fortalecer las respuestas en los servicios de salud mental, la investigación y las políticas.

 

Mejorar los servicios

La evidencia muestra que la violencia de la pareja afecta profundamente a la salud mental de los sobrevivientes y cuando se busca atención, a menudo faltan servicios. Alrededor de dos tercios de las mujeres que reciben atención de salud mental han experimentado violencia doméstica con la pareja, un número más alto que la población en general. Muchos sobrevivientes informan que encuentran los servicios inútiles, dañinos o incluso doblemente traumáticos.

Crear conciencia para comprender las conexiones entre la violencia de la pareja y la salud mental, y capacitar a los proveedores de atención médica sobre cómo buscar señales y hacer las preguntas correctas de la manera correcta son pasos clave para abordar la violencia y sus consecuencias y prevenir la violencia futura. Los servicios deben diseñarse para identificar de forma sensible a quienes viven con o afectados por la violencia de su pareja y establecer cómo pueden ser apoyados, en lugar de concentrarse solo en los síntomas.

Los datos de la OMS y el programa conjunto de investigación especial de la ONU HRP y el Grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la Estimación y los Datos sobre la Violencia contra la Mujer muestran que esta es un problema global de proporciones pandémicas, pero sigue siendo marginada tanto por la sociedad como por los proveedores de atención médica y los responsables políticos. Los autores de la Comisión esperan que el informe contribuya a fortalecer las políticas y los servicios que prevengan y respondan a la violencia de las parejas íntimas y mejoren la salud mental.

Los contextos geográficos y culturales son importantes para planificar enfoques seguros y eficaces de la prevención y la atención. La mayor necesidad es garantizar que las personas en todos los entornos tengan acceso a una atención de salud mental efectiva, empática y centrada en la persona, especialmente, aumentando el acceso y la comprensión en entornos con escasos recursos.

 

Recomendaciones

  • Se necesita más inversión en prevención y atención para sobrevivientes de violencia, trabajando en estrecha colaboración con los servicios de salud mental, para abordar la violencia de la pareja.
  • Los servicios de salud mental deben utilizar enfoques sensibles al género e informados sobre el trauma, coproducidos con sobrevivientes.
  • Capacitar al personal de atención médica en la violencia de género y enfoques centrados en los sobrevivientes y específicamente de manera adecuada para evaluar y responder a la violencia de la pareja entre las personas que entran en contacto con sus servicios.
  • Los profesionales deben preguntar a todos los usuarios de los servicios de salud mental sobre las experiencias de violencia, incluida la de la pareja. Las evaluaciones deben realizarse en privado por profesionales capacitados.
  • Los niños y adolescentes con problemas emocionales y de comportamiento deben ser evaluados por su exposición a la violencia doméstica/pareja íntima y se les deben ofrecer intervenciones específicas solos y/o con su(s) cuidador(s) según sea necesario.
  • Los investigadores deben incluir la violencia de la pareja como moderador potencial de la respuesta al tratamiento en los estudios de intervención y asegurarse de que se mida en nuevas cohortes basadas en la población. También deberían mejorar la coordinación y la cooperación entre sectores con respecto a la recopilación de datos para la violencia de las parejas íntimas y los indicadores/salidas básicos para evaluar las intervenciones para reducirla, asegurando que estas reflejen las prioridades de las sobrevivientes.

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