El Programa Mundial de Alimentos destaca que, si la temperatura mundial acaba registrando un aumento medio de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales, unos 189 millones de personas adicionales terminarán sufriendo hambre.
El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés) advirtió que el mundo se enfrenta a un aumento exponencial del hambre debido a la crisis climática si no se toman acciones globales que ayuden a las comunidades a adaptarse a los choques y tensiones climáticas.
Las comunidades vulnerables, que en su gran mayoría dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería y son las que menos contribuyen a la crisis climática, seguirían soportando la peor parte de los impactos medioambientales debido a los escasos recursos que poseen para amortiguarlos. Como referencia, tan solo en noviembre del año 2020, los huracanes Eta e Iota destruyeron más de 200.000 hectáreas de alimentos básicos y cultivos comerciales en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y más de 10.000 hectáreas de cultivos de café en Honduras y Nicaragua. Los huracanes han sido una de las causas más influyentes que las poblaciones de estos países han tenido que afrontar, incluso desde años anteriores dados los efectos de sequías prolongadas. Y es desde este punto donde se denota que la crisis climática está fomentando también una crisis alimentaria.
El Programa Mundial de Alimentos destaca que decenas de miles de vidas están en peligro en el sur de Madagascar, pues es uno de los muchos lugares del mundo en los que el cambio climático ha favorecido las condiciones de hambruna. El 63% de los habitantes son agricultores de subsistencia y este país africano ha sufrido de sequías sucesivas que han dejado a 1,1 millones de personas en situación de hambre severa. Casi 14.000 de ellas se encuentran en una situación similar a la hambruna y se espera que esta cifra se duplique para finales de año.
Las crisis climáticas junto a la aparición de conflictos sociales y económicos solo aceleran las vulnerabilidades existentes, pues destruyen los recursos que disponen las familias e incluso pueden obstaculizar los esfuerzos humanitarios que llegan a las comunidades.
Según cifras de la ONU, actualmente el 40 % de la humanidad no puede permitirse una dieta saludable por lo que el hambre, la subalimentación y la obesidad van en aumento. El Secretario General de la ONU, António Guterres afirma que “la forma de producir, consumir y desperdiciar la comida supone una pesada carga para el planeta y produce una presión histórica sobre nuestros recursos naturales, nuestro clima y nuestro medio natural”. Por ello, la gran recomendación por parte del Programa Mundial de Alimentos es que, aunque no podemos evitar los desastres climáticos, podemos tomar acciones que ayuden a mitigar el impacto de estos desastres cada vez más frecuentes y destructivos.