Investigadores hablan de un ‘raro’ efecto secundario que se puede detectar y tratar fácilmente después de aplicar algunas de las vacunas. Pero insisten en que son mayores los beneficios..
La mayoría de los países del mundo emprendieron, desde diciembre de 2020 una cruzada contra el Covid-19, a través de una estrategia que durante décadas ha salvado millones de vidas: la vacunación.
A mayo de 2021, al menos siete vacunas diferentes han sido administradas, dando prioridad a las personas vulnerables, como mayores de 70 años, enfermos crónicos y profesionales de salud.
En la pasada Semana Mundial de la Inmunización y Semana de Vacunación de las Américas (24 al 30 de abril) ‒cuyo lema fue “Las vacunas nos acercan”‒, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señalaron que actualmente se encuentran en proceso unas 200 vacunas experimentales, de las cuales 60 avanzan en su fase clínica.
Específicamente, sobre el Covid-19, el doctor Hans Henri P. Kluge, director regional de la OMS para Europa, señaló: “Las vacunas presentan nuestra mejor forma de salir de esta pandemia. No solo funcionan, también son muy eficaces para prevenir infecciones. Sin embargo, el despliegue de estas es inaceptablemente lento. Debemos acelerar el proceso aumentando la fabricación, reduciendo las barreras para la administración y utilizando todas las vías que tenemos disponibles ahora”.
Algunos riesgos
Solo en Inglaterra, el Servicio Nacional de Salud anunció que desde el inicio de la vacunación se habían salvado más de 6.000 vidas de mayores de 70 años y, poco a poco, diversos estudios comenzaron a presentar resultados de sus análisis sobre la efectividad de la vacuna, aunque todavía faltan muchos por realizar.
En ese proceso de investigación y seguimiento se han encontrado algunos efectos secundarios, como el riesgo de sufrir trombos (formaciones de coágulos), luego de las dos semanas siguientes de haber recibido la primera de las dosis de algunas de las vacunas, en especial la de AstraZeneca, pero también la de Janssen (Johnson & Johnson) y la de Moderna, lo que ha causado temor entre las personas e incluso rechazo hacia las vacunas.
Esta situación llevó a que países de la Unión Europea, junto con Estados Unidos, suspendieran temporalmente la aplicación de algunas de ellas, para investigar a fondo la causa de la formación de trombos. Si bien, al poco tiempo la OMS recomendó que se siguiera inmunizando a la población, dado que eran mayores los beneficios que los riesgos.
El doctor José Oñate, médico infectólogo, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN), califica este riesgo como de “extremadamente raro” y explica que “se pueden presentar casos entre 1 a 4 de cada millón de vacunados, depende de la vacuna, pero aún no se conoce con exactitud cuál es la relación causal vacuna-trombos”.
Lo que sí se sabe con certeza, es que “la infección por el SARS-Cov-2 genera una mayor actividad protrombótica que la misma vacuna, y que el riesgo de trombosis asociada a la infección es aproximadamente del 25% en pacientes hospitalizados”, explicó.
Por su parte, el doctor Fernando Monroy, especialista en cirugía vascular y angiología de la Clínica Palmira y miembro de la Asociación Colombiana de Cirugía Vascular y Angiología, analiza que si vacunas como la de AstraZeneca tienen un riesgo de uno en 100.000 personas vacunadas, quiere decir que más o menos 10 personas por cada millón de habitantes podrían tener reacciones adversas: “Significa que si multiplicamos por 50, es decir, si vacunamos a toda la población colombiana, tendríamos más o menos 500 personas con riesgo de formación de coágulos. Cualquier actividad, como conducir, es más peligrosa que la aplicación de dicha vacuna”.
En la historia se ha registrado un gran número de medicamentos que pueden causar trombosis, muchos de ellos con mayor probabilidad que la vacuna.
De todas maneras, el tema sigue siendo objeto de estudio. Para investigadores de la Universidad de Oxford, el riesgo de coagulación sanguínea poco común, conocida como trombosis venosa cerebral (TVC), después de la infección por Covid-19 (no de la vacunación) es alrededor de 100 veces mayor de lo normal y varias veces mayor que después de la vacunación o luego de tener influenza. Además, el 30% de los casos ocurre en menores de 30 años.
En un estudio publicado el pasado 15 de abril, dirigido por el profesor Paul Harrison y el doctor Maxime Taquet, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford y el Centro de Investigación Biomédica de Salud de Oxford del NIHR, “se contaron los casos de TVC diagnosticados en las dos semanas posteriores al diagnóstico de COVID-19, o después recibir la primera dosis de una vacuna, y los compararon con los casos estimados de TVC después de tener influenza y la población general”.
Lo que se vio es que “las personas que presentan infección por coronavirus tienen un riesgo aumentado en la formación de coágulos, tanto en las venas como en las arterias, esto se deriva del estado proinflamatorio que produce la infección con dicho virus. Este estado altera el equilibrio entre las proteínas de coagulación, desencadenando la formación de coágulos”, explica el doctor Monroy.
Vale recordar también, que en la historia se ha registrado un gran número de medicamentos que pueden causar trombosis, muchos de ellos con mayor probabilidad que la vacuna. “El uso de pastillas anticonceptivas, de eritoproyetina, de terapia de reemplazo hormonal y de anticoagulantes, pueden desencadenar la formación de trombos, porque alteran, de una u otra forma, el balance entre las proteínas de la coagulación y las de la anticoagulación”, señala el especialista de la Clínica Palmira.
Dan luces sobre el tema
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA), sugirió recientemente que la aparición de trombos debe incluirse como “un efecto secundario raro” que puede aparecer en algunos receptores de ciertas vacunas contra el Covid-19.
En el anuncio, que se destacó en primera página de los más importantes diarios del mundo, se explicaba que era una reacción o una respuesta inmune atípica, similar a la trombocitopenia inducida por heparina (TIH), que se produce en algunas personas que toman o se aplican este fármaco, en quienes se activan las plaquetas y la coagulación, produciendo un aumento en la formación de trombos.
Incluso, médicos de Alemania la bautizaron como ‘trombocitopenia trombótica inmunitaria inducida por vacuna» o VITT (por sus siglas en inglés), luego de un estudio financiado por la Fundación Alemana de Investigación, en el que encontraron que los pacientes con este efecto secundario a la vacuna tenían un bajo número de plaquetas (células que ayudan a reparar los sangrados del cuerpo). El estudio fue publicado en la revista científica New England Journal of Medicine, edición del 9 de abril de 2021.
Lo positivo, según el científico alemán Andreas Greinacher, es que además de ser una rara reacción, una microtrombosis desencadenada por anticuerpos y precipitada por la vacuna es “tratable si se identifica con prontitud. Sabemos cómo diagnosticarlo y tratarlo”.
Con todo lo anterior, los especialistas coinciden en que se deben adelantar más estudios y, en consecuencia, la OMS anunció que está en contacto regular con la EMA y los organismos reguladores de sus estados miembros, para obtener la información más reciente sobre la seguridad de las vacunas Covid-19. Del mismo modo, grupos de investigación en diferentes países tienen puesta su atención en este tema ya que falta conocer más datos, por ejemplo, características e historial clínico de las personas (que han presentado trombos), que den luces sobre si tenían otras enfermedades o un riesgo de trombos inminente.
Para tener en cuenta
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) sugiere a las personas buscar asistencia médica después de recibir la vacuna contra la Covid-19, en caso de presentar síntomas como:
- Dificultad para respirar.
- Visión borrosa.
- Dolor de cabeza severo y que no cesa.
- Dolor en el pecho.
- Hinchazón en la pierna.
- Dolor abdominal persistente.
- Aparición de pequeñas manchas de sangre debajo de la piel, entre otros.
¿De qué se tratan?
Cuando hablamos de trombosis hacemos referencia a un coágulo que se forma en una vena o en una arteria. En general, podríamos decir que son diversos factores los que se conjugan para que aparezca; no todos se relacionan con la Covid-19 y su peligrosidad depende de la localización.
“Los trombos que aparecen en las arterias producen isquemia de órganos o extremidades, y posiblemente los pacientes terminan necesitando una amputación o pierden el órgano”, explica el doctor Fernando Monroy, especialista en cirugía vascular y angiología de la Clínica Palmira y miembro de la Asociación Colombiana de Cirugía Vascular y Angiología. En el caso de las venas, agrega, “la mayor complicación es la extensión de estos trombos hacia el pulmón, ya que causa tromboembolismo pulmonar y posiblemente la muerte”.
En cuanto a los trombos generados por la infección por Covid-19, el especialista afirma que: “no hay estudios que definan si hombres o mujeres tienen un mayor riesgo de formación”, es un tema que se está investigando.