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Conversaciones que suman

estrategias de comunicación

En un mundo hiperacelerado con tendencia al individualismo, conversar pareciera un arte olvidado, pero es fundamental para gestionar los conflictos o llegar al mejor acuerdo. Por eso, vale la pena rescatar las claves para comunicarnos mejor

La sociedad actual se encuentra en un momento histórico privilegiado, desde la perspectiva de acceso a la información y el conocimiento. Con herramientas que favorecen el intercambio de ideas, opiniones y sentimientos, también es posible entrar en contacto, casi de inmediato, con otras personas y organizaciones en lugares remotos, fácilmente y a costos irrisorios en comparación con otras épocas.

Sin embargo, superadas estas barreras en términos generales, las nuevas herramientas de comunicación pareciera que hacen más evidente el debilitamiento de ciertas habilidades humanas, como la de comunicación conversacional y pueda que se esté más “conectado”, pero no significa que se trate de una relación o de un diálogo real.

Para algunos, hoy en día resulta más fácil escribir en un chat, en varias de las herramientas de comunicación existentes, en lugar de conversar de frente y de todo, porque los humanos tendemos a evadir el conflicto al interpretarlo como una señal de “problemas” cuando en realidad, las situaciones se resuelven si se enfrentan y las relaciones se fortalecen. Así es como la conversación entra al rescate.

En los círculos de transformación humana y organizacional se habla desde hace un tiempo de “conversaciones de valor”. Algunos expertos prefieren darle vuelta y referirse en términos de “agregar valor a las conversaciones”.

Uno de ellos es Andrés Ramírez Ordóñez, consultor y catedrático de Felicidad, un colombiano que cree que “pretender mantener solo conversaciones de ‘valor’, profundas o inteligentes puede ser agotador y que más allá de entrar a catalogarlas por su valor, el foco debe estar en determinar si se tienen relaciones sanas y si estas generan valor para cada uno de los involucrados”, y agrega que una pista para calificar si una relación es sana es revisar cómo las personas involucradas dirimen sus conflictos.

Es más que hablar

A partir de estas reflexiones, es válido preguntar cuáles son las claves para agregar valor a las conversaciones y, por la misma vía, a las relaciones interpersonales, bien sea en el ámbito profesional y laboral o en el íntimo y personal. En criterio del experto en Felicidad y Evolución Organizacional, se deben valorar en ‒términos generales‒ los siguientes componentes:

1. La confianza. Base y punto de partida, donde cada persona tiene fe en que el otro no le hará daño y ante el cual se podrá mostrar con sus fortalezas y vulnerabilidades sin sacar ventaja en detrimento del otro y provecho propio. Si esto se logra es posible construir intimidad y, por tanto, relaciones de valor, aplicables a todos los ámbitos.

2. La bidireccionalidad. En una conversación se es hablante y escuchante y el rol se puede intercalar activamente a lo largo de la charla. Además, es la forma de legitimar al otro como un interlocutor válido con quien interesa hablar y al que es primordial escuchar.

3. Al compás del silencio. El silencio dentro de la conversación da margen para la introspección de cada uno de los participantes, de asimilar y reflexionar sobre lo que se acaba de escuchar y que no se puede seguir evadiendo, para responder. “El silencio dentro de cada nota, da cabida a la música”, una analogía con la que Ramírez Ordóñez invita a entender la importancia del silencio y verlo como un maravilloso aliado para una mejor comunicación a través de la conversación.

4. Punto de encuentro. Se trata de encontrar ese interés que convoca a cada persona que participa en la conversación. De lo contrario, podría darse una pasividad que puede resultar “grosera” o entenderse como aparente indiferencia.

5. El arte de preguntar. No se trata de ejecutar un interrogatorio, sino de saber preguntar para extraer lo mejor de cada uno, como recomendaba el filósofo Sócrates. En la práctica esto facilita el resolver los conflictos y lograr mejores negociaciones. Cuando se hacen preguntas, se trata de dejar de lado la postura de ‘sabelotodo’ y de optar por una de preguntarlo todo, lo que conduce a profundizar las conversaciones; de tal modo que, por ejemplo, es de gran utilidad a la hora de saber y comprender las necesidades de un cliente, para ofrecerle las soluciones que en verdad necesita.

6. Los Cuatro Acuerdos. Muy pertinente resulta retomar los cuatro acuerdos que propone el autor mexicano, don Miguel Ángel Ruiz Macías en el libro del mismo nombre: sé impecable con tus palabras, no tomes nada como personal, no adivines ni hagas suposiciones y siempre haz lo mejor que puedas.

 

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En la práctica…

Junto con las anteriores premisas en la conversación, desde la más profunda a la más frívola, es prioritario tener presente y usar las diferentes inteligencias humanas y adaptarlas al interés, contexto y a los interlocutores. Por eso, Ramírez Ordóñez no privilegia la inteligencia emocional sobre las otras 11 inteligencias ya comprobadas, más bien invita a “escuchar y observar” con todo el cerebro para reconocer y leer al otro y a sí mismo, con razón, emoción e instinto a lo largo de la

conversación, tanto en lo verbal como lo no verbal. Vale la pena poner atención a las siguientes pautas. Algunas se aplican de manera general y otras de manera particular a médicos y personal de la salud:

· El rostro revela. Todas las emociones se manifiestan en la cara. Las más comunes: alegría, miedo, desagrado, rabia, asco y ternura.

· El cuerpo “habla”. Brazos y piernas cruzadas se pueden interpretar como no estar dispuesto a empatizar con el otro. Es posible que genere poca confianza o me estoy protegiendo. Brazos cruzados en ocasiones expresan algo que no se quiere mostrar.

· El interés genuino se nota y el desinterés, mucho más. Es posible determinarlos en el tono de la voz y en la mirada. Atención cuando se evade la mirada o se sostiene más de la cuenta; cuando el tono de la voz carece de matices o se eleva el volumen.

· Al negociar. Evite sentarse en una mesa de la que no se pueda levantar, es decir, donde estén en juego los principios y lo no negociable, y no exista igualdad o equivalencia de condiciones con su interlocutor y uno de los dos sea sometido sin tener opciones para elegir.

· Al comunicar malas noticias. Los médicos viven a diario situaciones difíciles que deben comunicar a sus pacientes. En estos casos, no aplican los “guiones” prefabricados, tampoco resulta apropiado explayarse en detalles que, en lugar de hacer más llevadera la situación, pueden generar más dolor, pero lo más importante es ponerse en los zapatos del otro para entender la mejor manera de expresar estas noticias.

· Saber retirarse. Ligado al anterior punto, es clave que sepa leer a las personas y saber cuándo dar un paso al costado para dar al paciente espacio para asimilar el dolor, a sus familiares la pérdida (si es el caso) y a sí mismo de preservarse ante violentas e imprevisibles reacciones.

Por último, aparte de la profesión, están el saber o el tener. Ramírez Ordóñez recalca que se trata de no olvidar que somos humanos y tal condición es suficiente para ponernos a todos en el mismo renglón a la hora de conversar y entendernos debidamente, con más autenticidad y libres de jerarquías

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La mirada de Oriente

Otro experto en temas de Felicidad es el conferencista y gurú de desarrollo personal, el japonés Ken Honda, autor del libro Dinero Feliz, uno de los más vendidos en su país entre los 58 libros que ha escrito. Su factor diferenciador es que dentro de la ecuación de felicidad le concede un lugar adecuado al dinero.

No resulta descabellado considerarlo un referente en términos de finanzas personales con un enfoque, en el que no importa el cuánto sino el cómo cada persona sana y se relaciona con el dinero. Honda conecta desde otra perspectiva

con algunas de las premisas que abordó Ramírez Ordóñez en la entrevista para este artículo y aporta otras de su propia cosecha.

1. La confianza. Para Honda se trata de confiar en la vida y en que el dinero vendrá en el momento oportuno. Es necesario soltar el miedo por el futuro y así, cerrarle el paso a la ansiedad.

2. Coeficiente emocional del dinero. Honda afirma que este coeficiente es más importante y tiene que ver con las emociones y la relación que cada persona mantiene con el dinero, qué tan sana es y cómo es la energía alrededor del capital. Implica revisar las heridas que se deben sanar para propiciar la libertad financiera y el flujo de este recurso.

3. Sé impecable con tus palabras y tu dinero… En este aspecto entra en juego el primer acuerdo de Ruiz Macías que plantea usar las palabras cuidando de no emplearlas contra sí mismo. Igualmente, Honda invita a revisar cómo se piensa, se habla y se cree respecto del dinero. Dependiendo de si se tiene el hábito de quejarse por “el dinero que no alcanza” o de agradecerlo cada vez que se recibe, estas actitudes se manifestarán en las finanzas de cada persona. No es de extrañar entonces, que aquella persona que maldice (usa las palabras en contra suyo o de los demás) no tenga lo suficiente para suplir sus necesidades o tener el estilo de vida que le gustaría.

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