En ocasiones lo que se podría percibir como pereza de tomar acción solo es consecuencia de la fatiga cognitiva.
Existen días en que algunas responsabilidades o pendientes se sientes más tediosas por lo que se siente mejor dejarlas para después. Aunque parezca pereza, no siempre lo es.
Según un estudio publicado en la revista académica Current Biology, después de un largo período de pensar, tomar decisiones que favorecen la facilidad a corto plazo, parece ser una herramienta de regulación biológica para combatir la fatiga cognitiva.
Mathias Pessiglione, uno de los autores del estudio y director de investigación del Inserm en el Instituto del Cerebro y la Columna Vertebral de París, explicó en un comunicado prensa: «teorías influyentes sugieren que la fatiga es una especie de ilusión cocinada por el cerebro para que dejemos lo que estamos haciendo y nos dediquemos a una actividad más gratificante». De igual forma, afirmó: «nuestros hallazgos muestran que el trabajo cognitivo provoca una verdadera alteración funcional, una acumulación de sustancias nocivas, por lo que la fatiga sería efectivamente una señal que nos hace dejar de trabajar, pero con un propósito diferente: preservar la integridad del funcionamiento cerebral».
En el estudio, 40 personas recibieron una versión fácil o difícil de una tarea que consistía en diferenciar letras en una pantalla durante más de seis horas. Los participantes informaron de sus niveles de fatiga, y los investigadores utilizaron la espectroscopia de resonancia magnética (MRS) para controlar su respuesta metabólica a lo largo del periodo de análisis. Se le ofreció a cada participante la posibilidad de elegir entre una recompensa más pequeña y gratificante de forma inmediata, que requería menos control cognitivo, o una de mayor valor a largo plazo, pero que implicaba cierto control de los impulsos.
Según el estudio, los participantes que tenían que pensar más durante las seis horas de la tarea eran más propensos a aceptar la recompensa más pequeña. Los investigadores descubrieron que cuanto más pensaban los participantes, más altos eran sus niveles de glutamato, un neurotransmisor que interviene en la memoria y el aprendizaje.
Los resultados sugieren que después de que las personas pasen largos periodos de tiempo pensando intensamente, la acumulación de glutamato desencadena una respuesta en el cerebro que dificulta el uso de la corteza prefrontal, de modo que tomamos decisiones más impulsivas que estratégicas, según el estudio. Cuanto menos pensamiento controlado se ponga en las elecciones después de un largo día, menos probable será que el glutamato siga acumulándose hasta niveles potencialmente tóxicos.
Por lo que uno de los autores del estudio, Antonius Wiehler, neurocientífico cognitivo e investigador postdoctoral del Instituto del Cerebro de París, sugirió que si se está a punto de tomar una decisión importante o intentar que las tareas no se acumulen, es importante no estar demasiado cansado. Aunque el mismo estudio informó que puede ser difícil medir con precisión el grado de fatiga.
Para combatir la fatiga cognitiva es recomendable tomar descansos y probar actividades nuevas, tomarse ese tiempo puede significar una continuación de trabajo con mejor rendimiento.