Un balance en el organismo permite tener un sistema inmune fortalecido y hacerle frente de mejor manera a la enfermedad. Alimentación, ejercicio y manejo del estrés son claves.
El sistema inmunológico del cuerpo depende en casi un 80% del sistema gastrointestinal, es por ello que al tener una adecuada salud gastrointestinal el organismo tendrá mayor capacidad para actuar frente a procesos infecciosos como el Covid-19 y enfermedades crónicas como las cardiovasculares.
Así lo expone el doctor Juan Pablo Riveros López, gastroenterólogo pediatra, presidente del Colegio Colombiano de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica, para quien este binomio ‘buenas defensas y altas concentraciones de bacterias benéficas (bifidobacterias y lactobacilus, entre otras)’ es hoy muy importante para reducir el riesgo de contagio e incluso para “tener menos complicaciones”.
Se refiere específicamente a la microbiota intestinal, conjunto de microorganismos (sean benéficos o no) dinámicos que interaccionan con nuestras células y que logran mantener un balance favorable sano denominado eubiosis, beneficiando la salud del individuo.
Cuando predominan las bacterias patógenas se genera un desbalance (disbiosis) que da origen a una “cascada de fenómenos inflamatorios que se traducen en enfermedades (alergias, obesidad, infecciones o problemas cardiovasculares)”, explica el especialista colombiano.
Con el Covid puede suceder entonces que, si hay balance, el individuo tiene cómo responder mejor ante la agresión del coronavirus; pero, si hay un desbalance y predominan las bacterias ‘malas’, esto predispone a un fuerte impacto del virus con mayor riesgo de complicaciones.
Un tercer escenario ha sido planteado por científicos del Centro de Investigación de la Microbiota Intestinal, de la Facultad de Medicina en la Universidad China de Hong Kong, y hace referencia a que el coronavirus SARS-CoV-2, que causa el Covid-19 tiene por sí mismo la capacidad de alterar la flora intestinal para que proliferen un mayor número de especies ‘malas’, como Ruminococcus gnavus, Ruminococcus torques y Bacteroides dorei, y menos ‘buenas’, entre las que se encuentran la Bifidobacterium adolescentis, Faecdalibacterium prausnitzii y Eubacterium rectale, lo que afecta la respuesta inmune frente al virus.
En su estudio ‘La composición de la microbiota intestinal refleja la gravedad de la enfermedad y las respuestas inmunes disfuncionales en pacientes con Covid-19’, publicado recientemente en la revista científica Gut, del British Medical Journal (Revista Médica Británica ) y la British Society of Gastroenterology (Sociedad Británica de Gastroenterología), los científicos analizan qué tan involucrado está el sistema gastrointestinal en el impacto del Covid-19 y cuánto tiempo puede estar alterado.
Analizaron heces, muestras de sangre y registros de 100 pacientes con infección por SARS-CoV-2 confirmados en laboratorio y luego hicieron un seguimiento en muestras de heces durante 30 días después de la eliminación del virus, secuenciando 274 muestras de heces. En su concepto, las asociaciones entre la composición de la microbiota intestinal, los niveles de citoquinas y los marcadores inflamatorios en pacientes con Covid-19 sugieren que el microbioma intestinal está involucrado en la magnitud de la gravedad de la enfermedad, no solo por la infección viral en sí, sino mediante la modulación de las respuestas inmunitarias del huésped.
Concretamente, encontraron que “los pacientes con enfermedad grave presentan niveles elevados en plasma sanguíneo de citocinas inflamatorias y marcadores inflamatorios como IL 6, 8 y 10, así como proteína C reactiva (PCR) y lactato deshidrogenasa (LDH), lo que refleja la respuesta inmune y el daño tisular del Sars-CoV-2”, sostienen los investigadores de Hong Kong.
Esto puede deberse, como comenta el doctor Riveros López, a que el Covid “ocasiona una respuesta inflamatoria sistémica, en la cual, como menciona el artículo, ‘gatilla’ un desbalance a favor de los microorganismos patógenos”, lo que significa que prolifera la microbiota ‘mala’ por el agotamiento de los microorganismos ‘buenos’ y por otras razones que se deben seguir estudiando.
Otro problema está en que esa disbiosis de la microbiota intestinal se mantiene por un tiempo después de la resolución de la enfermedad lo que conlleva a un síndrome inflamatorio que dura un tiempo, además de dolores, fatiga y malestar general que no pasa incluso por más de 80 días, y que podría tener implicaciones críticas en problemas de salud futuros, más allá del Covid-19.
En general, el grupo investigador ‒del que hacen parte eminencias como los doctores Yun Kit Yeoh, Qin Liu y Veronica Chan‒ considera fundamental conocer ese papel que juegan los microorganismos intestinales en Covid-19, ya que esto podría permitir elaborar un perfil de riesgo basado en el microbioma, para identificar a aquellas personas con riesgo de enfermedad grave o síntomas inflamatorios posteriores, como inflamación multisistémica, y definir acciones preventivas más fuertes
Microorganismos necesarios
La microbiota está conformada por una gran diversidad de microorganismos que viven en simbiosis con el ser humano; es decir, “ambos reciben beneficios por la presencia del otro o, dicho en otras palabras, uno no puede vivir sin el otro”, describen los doctores William Otero Regino y Patricia Álvarez Quintero, gastroenterólogos de la Universidad Nacional de Colombia, en su libro La mente y las enfermedades digestivas.
El tracto gastrointestinal es el sitio en el que se aloja la mayor parte del microbioma humano y también donde más se han estudiado estos microorganismos “y la influencia que sus productos metabólicos tienen en las personas”, precisan los especialistas colombianos.
Las investigaciones han permitido establecer cómo la microbiota, que de por sí es muy heterogénea y cambia constantemente en cada individuo por diversos factores, contribuye a que los patógenos no puedan colonizar el intestino, que se tenga una mayor resistencia a las infecciones, a fortalecer el sistema inmune, favorece las funciones endocrinas, entre otros beneficios que se dan cuando hay un completo equilibrio.
Los investigadores de Hong Kong, por ejemplo, resaltan cómo la abundancia de E. rectale en el intestino se relaciona con la reducción de la inflamación en la enfermedad de Alzheimer. En la parte opuesta, tener muchas especies ‘malas’ como R. gnavus, R. torques y B. dorei debilita el sistema inmune y se ha relacionado con la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome de intestino irritable.
Cómo mejorar la salud intestinal
Los estilos de vida sanos han sido relacionados con esa buena salud intestinal tan fundamental de la que habla el doctor Riveros López, presidente del Colegio Colombiano de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica, quien destaca la alimentación adecuada, el ejercicio y el manejo apropiado del estrés como grandes aliados.
– Alimentación. Es la puerta principal para activar la microbiota sana y conservar el equilibrio que necesita el organismo. Vegetales, frutas, frutos secos y semillas, son entre otros, algunos de los productos indispensables.
También se habla del papel de los probióticos, que la Organización Mundial de la salud (OMS) define como microorganismos vivos que en condiciones favorables generan un efecto benéfico para la salud del ser humano. “Con los probióticos logramos modelar y optimizar la microbiota, y con ello prevenir o tratar ciertas enfermedades”, afirma el doctor Riveros López.
No obstante, a la fecha no existen publicaciones que demuestren evidencia clínica frente al uso de los probióticos para prevención o tratamiento del Covid-19. Su beneficio está directamente relacionado con el balance de la microbiota.
– Ejercicio. Un reciente estudio de la Universidad de Granada (España), a partir de una revisión sistemática de 18 artículos científicos, estableció que el ejercicio regular e indicado contribuye a mejorar la microbiota intestinal gracias a una comunicación bidireccional.
Los resultados, publicados en la revista Clinical and Translational Gastroenterology, indican que “durante el ejercicio, el músculo libera moléculas antiinflamatorias (mioquinas), capaces de modificar la función del intestino. A su vez, el intestino produce ácidos grasos de cadena corta (AGCCs), que intervienen en la función muscular”.
– Manejo adecuado del estrés. Según los doctores Otero Regino y Álvarez Quintero, el estrés “produce cambios en la fisiología digestiva, que influyen en el hábitat gastrointestinal, favoreciendo la proliferación de unas bacterias y disminuyendo o evitando el crecimiento de otras, lo que puede dar lugar a síntomas gastrointestinales”. También aumenta los riesgos ansiedad y depresión.