Registros de la industria evidencian el crecimiento que ha tenido este formato en años, en número de unidades vendidas y en ganancias para el sector.
Luego de haber sido el formato único y preferido para la reproducción de música grabada, de verse desplazado por la versión compacta, reducir su fabricación a sus niveles mínimos y desaparecer de las estanterías de los almacenes especializados, los discos de vinilo lograron sobrevivir.
Desde su aparición, en 1948, como sustituto de su predecesor de 78 revoluciones por minuto (rpm) que solo incluía un tema musical por cada lado, los discos de vinilo iniciaron un camino al éxito que se mantendría durante los siguientes 35 años.
Gracias a su velocidad de reproducción de 33 rpm y su mayor tamaño (12 pulgadas frente a las 10 del 78 rpm) los melómanos pudieron escuchar más grabaciones en un formato fabricado en policloruro de vinilo, que en adelante sería conocido como long play, LP, larga duración o elepé, aunque los coleccionistas prefieren llamarlos con los apelativos de acetatos, pastas o, simplemente, vinilos.
Del auge a la decadencia
Aunque presentaciones novedosas basadas en cintas magnéticas, como el casete o el cartucho de 8 pistas (8 tracks cartridge), surgidas en los años 60, empezaron a ganar seguidores en todo el mundo, no fue sino hasta 1983 cuando los acetatos empezaron su curva descendente como resultado de la entrada del disco compacto (CD), que a su vez significó toda una revolución en la industria de la música.
Según cifras de la RIAA (Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos), ese año las ventas de los discos de vinilo (33 rpm larga duración, 33 rpm sencillo y 45 rpm) hicieron el 58 % del volumen de todas las presentaciones de música grabada (334 millones), en tanto que el naciente CD tan solo marcaba el 0,8 % (800.000 unidades) en el mercado norteamericano.
Muy pronto, los melómanos de todo el mundo empezaron a adoptar la novedad sonora, cuya imagen y presentación eran signos inequívocos de modernidad, respaldada por las ventajas de las tecnologías digitales que le acompañaban, atributos que fueron ampliamente publicitados por las compañías Phillips y Sony, creadores del disco compacto.
Adicionalmente, su tamaño de 12 centímetros, en comparación con los 30,5 cm del LP de 33 rpm, facilitaba su transporte y almacenamiento, otra de las razones que llevó a un buen número de melómanos a enfocarse en el objeto de moda, descuidando sus colecciones de vinilos, que terminaron siendo relegadas a los depósitos o cuartos de ‘San Alejo’ o en los camiones recolectores de basura.
Para el año 2001 las proporciones se habían invertido completamente: mientras que los CD representaban el 93% del total del mercado estadounidense, con 889 millones de unidades vendidas, los discos de vinilo tan solo llegaron al 0,8 % (7,8 millones). La tendencia, que parecía irreversible, tendría su peor momento para los acetatos en 2007, cuando solo se comercializaron 1,9 millones de ejemplares.
El regreso de un grande
Lo que parecía ser un camino sin retorno al fracaso para los discos de vinilo tuvo un viraje sorpresivo. En 2004, el mercado de la música volvió a verse sacudido por la aparición de las descargas digitales, una nueva manera de acceder a los temas de los artistas favoritos, sin necesidad de un medio físico.
A partir de entonces, los consumidores le dieron mayor prelación a esta alternativa, que además resultaba considerablemente más económica frente a la compra de un CD. El líder, hasta ese momento del sector, sería el principal damnificado con la llegada de las descargas digitales. De hecho, a partir de 2005 las ventas de los compactos en EE. UU. comenzaron a caer vertiginosamente.
Contrario a lo que muchos creían, el escenario fue diferente para los discos de vinilo, que desde el año 2007 comenzaron a crecer tanto en volumen como en participación de mercado. De acuerdo con las cifras de la RIAA, en 2020 los norteamericanos adquirieron 23,9 millones de unidades que representaron el 6,5 % de las ventas totales, logrando los mejores registros en 30 años.
Ganancias para la industria
Si bien los discos de vinilo aún no logran alcanzar en ventas a los compactos, sus competidores, (el año anterior se vendieron 40,5 millones en EE. UU.), otro indicador clave del sector confirma la buena salud comercial de la que están disfrutando.
Al mirar las ganancias obtenidas por la industria musical en los diferentes formatos, con base en los registros de la RIAA, en 2020 los discos de vinilo generaron 626 millones de euros, mientras que los CD solo llegaron a 483,7 millones de euros, cambiando una tendencia que se había mantenido uniforme en EE. UU. desde el año 1987. El ejemplo de la recuperación obtenida por los acetatos en el mercado estadounidense no es único en el mundo, pero sí el más representativo. Europa, Asia y América Latina, incluyendo a Colombia, también han visto el resurgimiento del formato.
Tanto los coleccionistas que se han encargado de preservar la tradición, como las nuevas generaciones que cada vez se identifican más con los discos de vinilo, garantizan la permanencia de este formato, que seguirá reproduciendo la mejor música, asegurando, por lo pronto, su continuidad en el tiempo.